Es común entre los estudiosos la
convicción de que, en el origen de una comprensión totalmente renovada del tema
de la plegaria eucarística, está la tesis que identifica en la tradición judía
el contexto en el que situar la búsqueda de la génesis de la anáfora cristiana. Si en un primer momento la
indagación tiende a precisar esta relación prevalentemente en términos de
dependencia literaria de la plegaria eucarística respecto de la Oración de
bendición que caracteriza de un modo totalmente singular la entera
tradición hebrea', las aportaciones sucesivas nos dirigen a un lugar muy
diverso: el acento se pone sobre todo en la continuidad de inspiración y de
temas de las dos tradiciones, continuidad que se hace posible en particular por
la constante referencia de ambas a la palabra4; además, el remitir a la
liturgia judía no se queda en algo genérico, sino que se precisa hasta el punto
de individuar más en concreto cuales de las plegarias hebreas se configuran como
probable fuente de la plegaria eucarística.
No pudiéndonos parar en el análisis de los
textos en cuestión', nos limitaremos a resumir cómo se precisa el nexo de la
plegaria eucarística con la tradición judía. La insistencia en la continuidad
de inspiración religiosa entre las dos tradiciones conduce a poner en primer
plano la naturaleza eucarística de la anáfora cristiana. La plegaria
eucarística se configura primariamente como expresión particularmente
autorizada de ese singular coloquio que nace entre el pueblo salvado y el Dios
de la alianza: como oración de alabanza y de acción de gracias enraizada en la historia
del amor de Dios que se nos ha revelado en la palabra. También dentro de la
comunidad cristiana —en particular en ese momento del todo singular de la fractio
pañis— perdura la voz que "hace memoria" a Dios de su amor para
que continúe "acordándose" de su pueblo. Dentro de esta perspectiva,
que aparece totalmente dominada por la referencia a la alianza, resulta natural
que los contenidos de la oración se vayan recogiendo en torno a los grandes acontecimientos
en los que progresivamente se ha realizado la manifestación de Dios a su
pueblo: en particular, el trinomio, clásico para Israel, de
creación-ley-elección es declinado por las comunidades cristianas en términos
de Cristo-Espíritu- iglesia. En consecuencia, no sorprende que, también a nivel
de estructura, la tradición cristiana relativa a la plegaria eucarística mantenga
la fundamental articulación del doble movimiento hecho de acción de
gracias/intercesión fraterna: el primer elemento evidencia la fundamental
inspiración eucarística y la connotación doxológica de la oración cristiana; el
otro evidencia la tensión de comunión que la recorre por dentro, en espera de
que el reino se manifieste en plenitud. Desde este punto de vista, el análisis
de alguno de los textos de entre los más antiguos —la Didajé en
particular '— podría resultar de gran interés ".
F.
Brovell
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