Es necesario antes advertir que las tipologías
históricas, con su carga de significados y de experiencias estratificadas, son
aceptables por lo que tienen de expresión de una andadura de fe y una cultura que
se aplicaron según modalidades propias, sí bien reavivándolas hoy a la luz de
las aportaciones litúrgicas conciliares; en efecto, y con frecuencia, el uso de
tales tipologías, unidas a las características artísticas e históricas del
monumento —no sólo ineliminables, sino dignas también de conservarse
celosamente—, puede aparecer como impedimento frente a la celebración de una
liturgia renovada.
Los límites objetivos que, caso por caso, señalan las
valoraciones histérico-artísticas no siempre permitirán alcanzar óptimas
soluciones.