Para el fiel, la realización perfecta del ideal
humano-divino tiene su concreción absoluta en Cristo. La santidad cristiana
consiste en conocerlo y en asimilarlo. También la LH, por su parte, hace
revivir ante los ojos de los orantes la figura de Cristo a través de las
páginas del NT, las otras lecturas y, aunque menos directamente, a través de
las páginas del AT, los salmos y todos los demás textos. Además, Cristo está siempre
presente en la LH (OGLH 13) para reproducirse a sí mismo con la acción
del Espíritu Santo en la persona de los orantes y en la iglesia, efectúa la
obra de la redención humana y de la perfecta glorificación de Dios (OGLH 13)
y confiere la abundancia de los bienes mesiánicos (OGLH 14).
La Igleisa necesita de santos, lo sabemos, y ella necesita también de artistas hábiles y capaces; los unos y los otros, santos y artistas, son testimonio del espíritu que vive en Cristo (Pablo VI Carta a los miembros de la Comisión Diocesana de Arte Sacra. 4 de junio de 1967).