El hombre de hoy—también el cristiano—parece que tiene cierta
dificultad en expresar con gestos sus sentimientos religiosos. No le cuesta tanto "decir" su oración, expresarla con palabras o con cantos. Pero a veces—tal vez por influencia de su entorno secularizado—siente un poco de pudor si se le invita a elevar los brazos o juntar las manos o hacer una genuflexión.
dificultad en expresar con gestos sus sentimientos religiosos. No le cuesta tanto "decir" su oración, expresarla con palabras o con cantos. Pero a veces—tal vez por influencia de su entorno secularizado—siente un poco de pudor si se le invita a elevar los brazos o juntar las manos o hacer una genuflexión.
Sin embargo, nuestra oración, sobre todo en la celebración litúrgica, sólo es completa y expresiva cuando el gesto y la acción se unen a la palabra. Todo el cuerpo se convierte en lenguaje: los ojos que miran, las posturas del cuerpo, el canto, el movimiento, las manos...