La Sacrosanctum
Concilium en continuidad con la Mediator Dei profundiza y clarifica el
concepto de participación. La Iglesia desea ardientemente que la participación
plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas llegue a todos los
fieles, ya que está es una exigencia de la naturaleza misma de la liturgia. La
liturgia es la fuente primaria y necesaria de donde los fieles beben el
espíritu verdaderamente cristiano. La participación activa es un derecho y
obligación de todo el pueblo cristiano, en virtud del bautismo, linaje
escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido[1].