La Constitución Sacrosanctum
Concilium fue el primer documento aprobado por los padres conciliares. Es
fruto de un concilio que advierte la necesidad de la Iglesia de fortalecer su
fe, que siente la urgente necesidad de dar una mayor eficacia a su sana
vitalidad y de promover la santificación de sus miembros, la difusión de la
verdad revelada y la consolidación de sus estructuras[1]. Dentro
del amplio horizonte de renovación del Pueblo de Dios tiene especial
importancia la vida litúrgica. La Constitución buscará fomentar la vida
litúrgica, en una línea de continuidad con la Tradición viva de la Iglesia, a
fin de que todos sus hijos puedan participar de ella con mayor provecho
espiritual.