La Eucaristía sea propuesta a
los fieles, también, «como antídoto por el que somos liberados de las culpas
cotidianas y preservados de los pecados mortales», como se muestra claramente
en diversas partes de la Misa. Por lo que se refiere al acto penitencial,
situado al comienzo de la Misa, este tiene la finalidad de disponer a todos
para que celebren adecuadamente los sagrados misterios, aunque «carece de la
eficacia del sacramento de la Penitencia», y no se puede pensar que sustituye,
para el perdón de los pecados graves, lo que corresponde al sacramento de la
Penitencia. Los pastores de almas cuiden diligentemente la catequesis, para que
la doctrina cristiana sobre esta materia se transmita a los fieles.