El pan que se emplea en el
santo Sacrificio de la Eucaristía debe ser ázimo, de sólo trigo y hecho
recientemente, para que no haya ningún peligro de que se corrompa. Por
consiguiente, no puede constituir la materia válida, para la realización del
Sacrificio y del Sacramento eucarístico, el pan elaborado con otras sustancias,
aunque sean cereales, ni aquel que lleva mezcla de una sustancia diversa del
trigo, en tal cantidad que, según la valoración común, no se puede llamar pan
de trigo. Es un abuso grave introducir, en la fabricación del pan para la
Eucaristía, otras sustancias como frutas, azúcar o miel. Es claro que las
hostias deben ser preparadas por personas que no sólo se distingan por su
honestidad, sino que además sean expertas en la elaboración y dispongan de los
instrumentos adecuados.