Debiéndonos limitar a aspectos de carácter
sintético, preferimos caracterizar bajo la perspectiva temática la aportación
realizada por los tres nuevos textos, que entraron en el uso litúrgico a partir
de 1968 ".
El primero de ellos (plegaria II) asume
como su fuente directa la anáfora de la Traditio apostólica de
Hipólito". El texto antiguo ha sido modificado y repensado de tal modo que
ahora la plegaria aparece como una creación nueva. Entre las integraciones, la
más notable es la de la epíclesis de consagración ("... santifica estos
dones con la efusión de tu Espíritu"). Es inmediatamente evidente la
connotación cristológica de la plegaria: la celebración eucarística no es
memoria de uno de tantos acontecimientos de la historia de la salvación ni de
uno de los múltiples misterios de Cristo, sino de la pascua, que es el centro
recapitulador de tal historia/acontecimiento. Encontramos en la plegaria un
doble nivel de referencia a Cristo: el primero va en el sentido de que la
entera historia salutis se compendia en él; el segundo ve en el
acontecimiento pascual de Cristo la síntesis de toda su vida (prefacio). Bajo
esta perspectiva, resulta bien evidenciadala relación entre la pascua y el
memorial, que el Maestro ha querido que fuera repetido en su memoria (consagración).
El evento definitivo de la pascua constituye a la iglesia, pueblo que
vive en el tiempo de la nueva alianza: la eucaristía, en cuanto actualiza la
eficacia salvífica del sacrificio con el que Cristo ha vuelto a adquirir para
el Padre el "pueblo santo", edifica también hoy en el Espíritu a la
iglesia (después de la consagración).