«El culto que se da a la
Eucaristía fuera de la Misa es de un valor inestimable en la vida de la
Iglesia. Dicho culto está estrechamente unido a la celebración del sacrificio
Eucarístico». Por lo tanto, promuévase insistentemente la piedad hacia la
santísima Eucaristía, tanto privada como pública, también fuera de la Misa,
para que sea tributada por los fieles la adoración a Cristo, verdadera y
realmente presente, que es «pontífice de los bienes futuros» y Redentor del
universo. «Corresponde a los sagrados Pastores animar, también con el
testimonio personal, el culto eucarístico, particularmente la exposición del
santísimo Sacramento y la adoración de Cristo presente bajo las especies
eucarísticas».