La Iglesia, en el día que se
llama «domingo», se reúne fielmente para conmemorar la resurrección del Señor y
todo el misterio pascual, especialmente por la celebración de la Misa. De hecho, «ninguna comunidad cristiana se edifica si no
tiene su raíz y quicio en la celebración de la santísima Eucaristía».Por lo que
el pueblo cristiano tiene derecho a que sea celebrada la Eucaristía en su
favor, los domingos y fiestas de precepto, o cuando concurran otros días
festivos importantes, y también diariamente, en cuanto sea posible. Por esto,
donde el domingo haya dificultad para la celebración de la Misa, en la iglesia
parroquial o en otra comunidad de fieles, el Obispo diocesano busque las
soluciones oportunas, juntamente con el presbiterio. Entre las soluciones, las
principales serán llamar para esto a otros sacerdotes o que los fieles se
trasladen a otra iglesia de un lugar cercano, para participar del misterio
eucarístico.