La comunión acrecienta nuestra unión
con Cristo. Recibir
la Eucaristía en la comunión da como fruto principal la unión íntima con Cristo
Jesús. En efecto, el Señor dice: "Quien come mi Carne y bebe mi Sangre
habita en mí y yo en él" (Jn 6,56). La vida en Cristo encuentra su
fundamento en el banquete eucarístico: "Lo mismo que me ha enviado el
Padre, que vive, y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por
mí" (Jn 6,57):
«Cuando en las fiestas [del Señor]
los fieles reciben el Cuerpo del Hijo, proclaman unos a otros la Buena Nueva,
se nos han dado las arras de la vida, como cuando el ángel dijo a María [de
Magdala]: "¡Cristo ha resucitado!" He aquí que ahora también la vida
y la resurrección son comunicadas a quien recibe a Cristo» (Fanqîth,
Breviarium iuxta ritum Ecclesiae Antiochenae Syrorum, v. 1).