Con su hegemonía en la producción arquitectónica y con
su carga de símbolos generalmente reconocibles, el modelo arquitectónico longitudinal-procesional
constituye una garantía para la transmisión de una espiritualidad que sólo en
casos excepcionales es expresión de la liturgia comunitaria.
La participación en la liturgia romana permanece viva
todavía hasta el comienzo de la edad media; pero ya a partir del s. vil se
multiplican las oraciones privadas, se reduce la comunión sacramental, aumentan
las prácticas de piedad ascético-morales con las nacientes devociones a la
Madre de Dios, a los santos y sucesivamente a la Santísima Trinidad.