
El dogma según el cual la
Virgen María fue preservada por Dios del pecado original desde su concepción se
proclamó en 1854, poniendo fin a una larga controversia que había comenzado en
el siglo XII y tuvo su punto culminante en España en el siglo XVII. En el marco
de la compleja y dilatada historia de la formación iconográfica de la Purísima
hay varios momentos importantes.