Las bodas del Cordero (19, 1-2. 5-7)
«La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido».
«La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido».
Del texto
del capítulo 19, la liturgia selecciona solamente algunos versículos. Este
cántico es entonado en el cielo por una «inmensa muchedumbre»: es como el canto
de un gran coro que entonan todos los elegidos, celebrando al Señor con alegría
y júbilo. Este es el canto triunfal del cielo. Canto de júbilo que acompaña la
caída de Babilonia, la metrópolis del Anticristo. Los santos de la Iglesia
entera son invitados a las bodas del Cordero.