El adjetivo “activa” es usado por primer para vez por
el Magisterio en el motu proprio Tra le
sollecitudini (1903), de Pio X. Para el Papa la liturgia es el lugar
privilegiado donde florece y se mantiene el espíritu cristiano. La
participación activa a los sagrados misterios y a la oración solemne de la
Iglesia es la fuente donde los files beben y se alimentan de este espíritu
cristiano[1].Pio X
no se limitó a la enunciación del principio, sino que lo llevó a la práctica
promoviendo la comunión frecuente, la participación de los niños a la
eucaristía y permitió al acceso al rezo de la liturgia de las horas a los
laicos, reduciendo el número de los salmos.