La Iglesia, en el día que se
llama «domingo», se reúne fielmente para conmemorar la resurrección del Señor y
todo el misterio pascual, especialmente por la celebración de la Misa. De hecho, «ninguna comunidad cristiana se edifica si no
tiene su raíz y quicio en la celebración de la santísima Eucaristía».Por lo que
el pueblo cristiano tiene derecho a que sea celebrada la Eucaristía en su
favor, los domingos y fiestas de precepto, o cuando concurran otros días
festivos importantes, y también diariamente, en cuanto sea posible. Por esto,
donde el domingo haya dificultad para la celebración de la Misa, en la iglesia
parroquial o en otra comunidad de fieles, el Obispo diocesano busque las
soluciones oportunas, juntamente con el presbiterio. Entre las soluciones, las
principales serán llamar para esto a otros sacerdotes o que los fieles se
trasladen a otra iglesia de un lugar cercano, para participar del misterio
eucarístico.
Todos los sacerdotes, a
quienes ha sido entregado el sacerdocio y la Eucaristía «para» los otros,
recuerden su encargo para que todos los fieles tengan oportunidad de cumplir
con el precepto de participar en la Misa del domingo. Por su parte, los fieles
laicos tienen derecho a que ningún sacerdote, a no ser que exista verdadera
imposibilidad, rechace nunca celebrar la Misa en favor del pueblo, o que esta
sea celebrada por otro sacerdote, si de diverso modo no se puede cumplir el
precepto de participar en la Misa, el domingo y los otros días establecidos.
«Cuando falta el ministro
sagrado u otra causa grave hace imposible la participación en la celebración
eucarística», el pueblo cristiano tiene derecho a que el Obispo diocesano, en
lo posible, procure que se realice alguna celebración dominical para esa comunidad,
bajo su autoridad y conforme a las normas de la Iglesia. Pero esta clase de
celebraciones dominicales especiales, deben ser consideradas siempre como
absolutamente extraordinarias. Por lo tanto, ya sean diáconos o fieles laicos,
todos los que han sido encargados por el Obispo diocesano para tomar parte en
este tipo de celebraciones, «considerarán como cometido suyo el mantener viva
en la comunidad una verdadera “hambre” de la Eucaristía, que lleve a no perder
ocasión alguna de tener la celebración de la Misa, incluso aprovechando la
presencia ocasional de un sacerdote que no esté impedido por el derecho de la
Iglesia para celebrarla».
Es necesario evitar,
diligentemente, cualquier confusión entre este tipo de reuniones y la
celebración eucarística. Los Obispos diocesanos, por lo tanto, valoren con
prudencia si se debe distribuir la sagrada Comunión en estas reuniones.
Conviene que esto sea determinado, para lograr una mayor coordinación, por la
Conferencia de Obispos, de modo que alcanzada la resolución, la presentará a la
aprobación de la Sede Apostólica, mediante la Congregación para el Culto Divino
y la Disciplina de los Sacramentos. Además, en ausencia del sacerdote y del
diácono, será preferible que las diversas partes puedan ser distribuidas entre
varios fieles, en vez de que uno sólo de los fieles laicos dirija toda la
celebración. No conviene, en ningún caso, que se diga de un fiel laico que
«preside» la celebración.
Así mismo, el Obispo
diocesano, a quien solamente corresponde este asunto, no conceda con facilidad
que este tipo de celebraciones, sobre todo si en ellas se distribuye la sagrada
Comunión, se realicen en los días feriales y, sobretodo en los lugares donde el
domingo precedente o siguiente se ha podido o se podrá celebrar la Eucaristía.
Se ruega vivamente a los sacerdotes que, a ser posible, celebren diariamente la
santa Misa por el pueblo, en una de las iglesias que les han sido encomendadas.
«De manera parecida, no se
puede pensar en reemplazar la santa Misa dominical con celebraciones ecuménicas
de la Palabra o con encuentros de oración en común con cristianos miembros de
dichas [...] comunidades eclesiales, o bien con la participación en su servicio
litúrgico». Si por una necesidad urgente, el Obispo diocesano permitiera ad
actum la participación de los católicos, vigilen los pastores para que
entre los fieles católicos no se produzca confusión sobre la necesidad de
participar en la Misa de precepto, también en estas ocasiones, a otra hora del
día.
REDEMPTIONIS
SACRAMENTUM
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