Entre todos los simbolismos derivados de
la luz y del fuego, el cirio pascual es la expresión más fuerte, porque los
reúne a ambos.
El cirio pascual representa a Cristo
resucitado, vencedor de las tinieblas y de la muerte, sol que no tiene ocaso.
Se enciende con fuego nuevo, producido en completa oscuridad, porque en Pascua
todo se renueva: de él se encienden todas las demás luces.
Las características de la luz son
descritas en el exultet y forman una unidad indisoluble con el anuncio de la
liberación pascual. El encender el cirio es, pues, un memorial de la Pascua.
Durante todo el tiempo pascual el cirio estará encendido para indicar la
presencia del Resucitado entre los suyos. Toda otra luz que arda con luz
natural tendrá un simbolismo derivado, al menos en parte, del cirio pascual.
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