17 - Revestido
ya el sacerdote de los ornamentos sagrados, toma el bonete con la derecha y se cubre.
Luego toma el cáliz (por el nudo) con la mano izquierda, pone la derecha extendida
sobre la bolsa de los corporales (cuya apertura ha de mirar hacia el
celebrante), y llevándolo a la altura del pecho hace reverencia[1] a la cruz o imagen que presida
la sacristía (sin descubrirse), y con paso grave y aspecto modesto se dirige al
altar, precedido por el ministro.
No ha de llevar sobre el cáliz
pañuelo ni anteojos ni otra cosa alguna. Algunos autores permiten que se lleve
sobre el cáliz la llave del sagrario.
Al salir de la sacristía, si hay
a la puerta agua bendita, puede tomar y santiguarse. Si la sacristía
se encuentra detrás del altar, para ir a él debe salir por la puerta del lado
del Evangelio.
Por privilegio del Papa San Pío
V se acostumbra en algunas iglesias de España llevar el cáliz al altar antes
que salga el sacerdote a decir la
Misa rezada. Dado que el sacerdote quisiera hacer uso de este
privilegio irá con las manos juntas ante el pecho, los dedos unidos y
extendidos, formando una cruz con los pulgares, poniendo el derecho sobre el
izquierdo.
18 - Llegado
al altar, estando delante de la ínfima grada se quita el bonete, lo da al ministro,
y hecha la genuflexión al Santísimo o inclinación profunda de cuerpo a la cruz,
sube al altar y pone el cáliz al lado del Evangelio. Acto seguido toma la bolsa
con las dos manos, la pone sobre el altar y sosteniéndola con la mano izquierda
saca de ella (con la derecha) los corporales, que deposita (plegados) en medio
del altar. A continuación, con una mano coloca la bolsa del lado del Evangelio
(poniendo la otra mano extendida sobre el altar), dejándola de pie, apoyada
contra el retablo o contra la grada (si la hubiere).
Acto seguido despliega (con las
dos manos) los corporales de manera que cubran el centro del altar, sobre el
ara. (Si, según se acostumbra en España, la hijuela se encuentra dentro de los corporales,
al desplegar éstos se pondrá la hijuela de plano sobre el altar, hacia el lado
de la Epístola ,
no lejos de los corporales).
Después el sacerdote coloca
sobre los corporales el cáliz cubierto con el velo tomándolo con la izquierda
por el nudo y poniendo la mano derecha encima de él. El cáliz ha de quedar
colocado en el centro de los corporales, pero a una distancia del borde del
altar que no impida besarlo.
Cuide también el sacerdote que
el pie del cáliz quede completamente tapado con la parte anterior del velo.
Hecho esto, acercase al lado de la
Epístola con la manos unidas ante el pecho, abre el misal por
la página del introito de la misa del día, pasa de
nuevo al medio del altar (con las manos juntas ante el pecho) y, hecha una
inclinación de cabeza a la cruz, volviéndose sobre su derecha, baja (con las
manos juntas) ante la ínfima grada del altar para comenzar la Misa.
Nota: Cada vez que el celebrante se desplaza de un
lado a otro del altar (sin bajar de él) deberá hacerlo marchando paralelamente
al altar. Por ejemplo, para ir del centro al lado de la Epístola , hará como
sigue:
1° se vuelve por su derecha
hasta quedar mirando al muro del lado Epístola, con el frente del altar a su
izquierda, 2° marcha en línea recta hacia el lado de la Epístola con el frente
del altar siempre a su izquierda, 3° al llegar al punto deseado (p.ej. ante el
Misal) se vuelve por su izquierda y se pone de cara al retablo.
Los desplazamientos en oblicuo
deben ser evitados,
pues restan dignidad al rito. Tampoco se debe nunca marchar hacia atrás. Si por
cualquier motivo el celebrante tiene que volver sobre sus pasos, que lo haga
dándose él mismo la vuelta y no andando de espaldas.
No están de acuerdo los autores
sobre si esta inclinación ha de ser una inclinación profunda del cuerpo o sólo una inclinación profunda de
cabeza.
19 - Vuelto
de cara al altar, hace inclinación profunda de cuerpo a la cruz (o genuflexión[2] si estuviese el Santísimo
Sacramento o expuesta la reliquia de la Santa Cruz ), y santiguándose con la mano derecha
(extendida la izquierda sobre la cintura), comienza en voz clara e inteligible:
In nomine
Patris, etc.[3]
Para santiguarse ha de proceder
así: la mano izquierda se extiende sobre la cintura mientras se eleva la derecha
(con los dedos unidos y extendidos y la palma vuelta hacia sí) hasta tocar con
la punta de los dedos la frente diciendo In nomine Patris, después la pondrá del mismo modo sobre el pecho
diciendo et Filii, a continuación se tocará el
hombro izquierdo diciendo et Spiritus, el derecho diciendo sancti, y juntando inmediatamente la mano derecha
con la izquierda ante el pecho dirá Amén.
20 - Permaneciendo
con las manos juntas ante el pecho[4] dirá, alternativamente con el
acólito (en voz alta), la antífona Introibo ad altare Dei y el salmo Iudica me[5]. Al Gloria Patri inclina la cabeza y al sicut erat in principio la vuelve a alzar. Al versículo Adjutorium nostrum, etc. se vuelve a santiguar[6] 11.
El Confíteor ha de recitarlo con el cuerpo profundamente
inclinado, las manos juntas a la altura del pecho. No olvide que a las palabras
vobis fratres y vos fratres no debe volverse hacia el ministro pues esta ceremonia se practica sólo
en la misa solemne. Al mea culpa dése tres golpes en el pecho con
la mano derecha, teniendo la izquierda más abajo del pecho. Quedará
profundamente inclinado (las manos unidas ante el pecho) hasta que el ayudante
haya dicho todo el Misereatur tui; pero luego que haya respondido
Amén se enderezará. Acto seguido el
acólito recitará a su vez el Confiteor,
terminado el cual el sacerdote (siempre erguido y con las manos juntas ante el
pecho) dirá Misereatur tui,
etc.
Al decir Indulgentiam etc. el sacerdote se santiguará[7] 12 y luego, medianamente inclinado, proseguirá con
las manos juntas ante el pecho diciendo: Deus tu conversus, etc. concluido lo cual, extendiendo y
juntando las manos[8]13, dirá con voz clara: Oremus, y continuará en secreto Aufer a nobis, etc. mientras va subiendo las gradas
del altar lentamente, de modo que al llegar a él concluya esta oración.
Allí, puesto en medio y algún
tanto inclinado, con las manos juntas apoyadas sobre el borde de la mesa de
altar de modo que sólo los dedos meniques toquen el frontal, y los pulgares
formen una cruz puesto el derecho encima del izquierdo[9]14 proseguirá en secreto: Oramus te, Domine, etc. A las palabras quorum reliquiae hic sunt, besará el altar (en el medio
del mismo), teniendo las manos extendidas sobre él, a derecha e izquierda de
los corporales, pero fuera de ellos.
[1] No están de acuerdo los autores sobre si esta inclinación ha de ser una
inclinación profunda del cuerpo o sólo una inclinación profunda de cabeza.
[2] Esta genuflexión debe
hacerse con una sola rodilla sobre la ínfima grada del altar. Recordemos que
sólo se hace la genuflexión directamente sobre el suelo (in
plano) al llegar por primera vez ante el altar y antes de dejarlo por
última vez, al partir hacia la sacristía una vez que la Misa ha terminado.
[3] A partir de este momento no
hará el sacerdote interrupción ni genuflexión alguna, aunque alcen la Hostia en otros altares,
sino que proseguirá la Misa
sin pararse hasta el final.
[4] Con los dedos unidos y extendidos, formando
una cruz con los pulgares poniéndo el derecho sobre el izquierdo. Lo cual
observará cada vez que halla de poner las manos juntas ante el pecho, salvo
entre la consagración y las abluciones en que mantendrá unidos los dedos índice
y pulgar de ambas manos.
[5] La experiencia muestra que a
veces (sea porque el ministro responde con voz muy baja, sea porque se confunde
o por muchas otras razones) no resulta fácil al celebrante alternar con el
acólito y corre el riesgo de confundirse él mismo. Para evitarlo es
recomendable que el celebrante retenga en su memoria la palabra JEC. Esta palabra
contiene las tres iniciales con que comienzan los versículos que él debe
recitar: Judica
me, Deus etc, Emite lucem tuam etc, Confitebor
tibi in cítara etc.
[6] Con la punta de
los dedos de la mano derecha (la izquierda extendida sobre la cintura) se
tocará la frente al decir Adjutorium, el pecho al decir nostrum, el hombro
izquierdo al decir in nomine, el hombro derecho al decir
Domini. Tras lo cual
vuelve a unir las manos ante el pecho.
[7] Tocará su frente al decir Indulgentiam, el pecho al
decir absolutionem, el hombro
izquierdo al decir et remissionem, el hombro derecho al decir
peccatorum
nostrorum. A continuación junta las manos ante el pecho y prosigue el resto de
la fórmula: tribuat nobis etc.
[8] 13 Regla general : al extender
las manos no deben estas revasar la anchura de los hombros.
[9] 14 Lo cual se observa siempre
que se apoyan las manos juntas sobre el altar, salvo durante el canon de la Misa entre la consagración y
las abluciones, cuando el sacerdote ha de mantener unidos el pulgar y el índice
de cada mano.
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