lunes, 21 de noviembre de 2011

MISA TRIDENTINA - EPÍSTOLA Y EVANGELIO


F) EPÍSTOLA Y EVANGELIO

23 -     A continuación el sacerdote lee la Epístola, el Gradual y el Aleluya (o el Tracto)20 teniendo las manos sobre el Misal o sobre el atril, como prefiera, pero siempre de tal modo que las manos toquen de alguna manera el libro.
Después, juntas las manos ante el pecho, pasa al medio del altar donde, levantando los ojos a la cruz y bajándolos luego dice, en secreto: Munda cor meum etc. y Iube Domine, etc.[1][2] 21 con el cuerpo profundamente inclinado pero sin apoyar las manos en el altar.



        Luego se dirige al Misal (que entretanto ha sido llevado por el ministro hasta el ángulo del lado del Evangelio) y con las manos juntas ante el pecho, dice en voz alta Dominus vobiscum. A continuación, mientras dice Sequentia o Initium sancti Evangelii etc. separa las manos y hace la señal de la cruz con el pulgar de la mano derecha, primero sobre el libro, al principio del Evangelio[3]22 (con la mano izquierda extendida sobre el libro), luego (con la mano izquierda extendida bajo el pecho), hace con el pulgar de la mano derecha el signo de la cruz sobre su frente, boca y pecho, recitando al mismo tiempo el resto de la fórmula.


A continuación lee el santo Evangelio, de pie, vuelto hacia el misal y con las manos juntas ante el pecho hasta el fin. Si durante la lectura hubiese de pronunciar el nombre de Jesús, el de María o el del Santo cuya misa se celebra, la inclinación de cabeza la hará hacia el libro. Concluido el Evangelio levanta un poco el misal con ambas manos[4]23 e inclinándose un poco lo besa donde empieza el texto del Evangelio[5]24, mientras dice en voz baja per evangélica dicta, etc. volviéndo en seguida a depositar el misal sobre el atril.





24 -     Terminado esto, acerca (con las dos manos) el atril al ara (en medio del altar), lo más cerca posible de los corporales, pero no sobre ellos. Acto seguido junta las manos ante el pecho y pasa al medio del altar.





Si hubiese Credo extiende y levanta las manos a la altura de los hombros mientras pronuncia (en voz alta) la palabra Credo y al continuar con las palabras in unum Deum las juntará inclinando al mismo tiempo la cabeza hacia la cruz. Acto seguido vuelve a levantar la cabeza y prosigue la recitación del Credo (siempre en voz alta) con las manos juntas ante el pecho, teniendo en cuenta que ha de inclinar de nuevo la cabeza a las palabras Iesum Christum y simul adoratur.


Asimismo, a las palabras Et incarnatus est ha de doblar la rodilla derecha hasta el suelo poniendo al mismo tiempo las manos sobre el altar, extendidas y separadas (una a la derecha y otra a la izquierda del ara) y siempre fuera de los corporales. Permanecerá así hasta et homo factus est inclusive[6]25. Al decir Et vitam venturi saeculi se santigua y directamente (sin juntarlas antes delante del pecho) coloca ambas manos sobre el altar, extendidas y separadas, una a cada lado del ara (pero siempre fuera de los corporales), se inclina y besa el altar en el medio. Acto seguido se incorpora, se vuelve (por su derecha) de cara a los fieles y dice Dominus vobiscum (en voz alta) haciendo las mismas ceremonias que hizo al final del Gloria.


Nota: Si no hubiese que decir el Credo, el celebrante (terminado el Evangelio) acerca con ambas manos el atril (con el misal) a los corporales, se desplaza (manos juntas ante el pecho) hasta el medio del altar, allí separa las manos, las extiende (separadas) sobre el altar, a ambos lados de los corporales pero no sobre éstos, se inclina y besa el altar. Acto seguido se alza y se vuelve (por su derecha) hacia los fieles. Dice entonces Dominus vobiscum (en voz alta) con las mismas ceremonias descritas al final del Gloria.


[1] 20 Hay cinco Misas que antes del Evangelio tienen prosa o secuencia: Pascua de resurrección, Pentecostés, Corpus, Virgen de los Dolores y la Misa de Requiem. Se han de leer con las manos puestas como durante la Epístola y lo que sigue.
[2] 21 Recuerde el sacerdote que ha de decir Iube Domine y no Domne, como dice el diácono en la Misa Solemne.
[3]  22 Y no en la cruz antes de Initium como erróneamente se suele hacer.
[4] 23 Sólo levanta el misal, y no el atril (o el cojín) sobre el que reposa.
[5] 24 Es decir: en el mismo sitio donde al principio lo signó
[6] 25 Muchos sacerdotes inclinan la cabeza al pronunciar et homo factus est pero las rubricas no dicen nada sobre esta inclinación. El hecho de poner la rodilla en tierra es un signo bastante elocuente de veneración al misterio de la Encarnación sin necesidad de añadir una inclinación de cabeza.

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