23 - A
continuación el sacerdote lee la
Epístola , el Gradual y el Aleluya (o el Tracto)20 teniendo
las manos sobre el Misal o sobre el atril, como prefiera, pero siempre de tal modo
que las manos toquen de alguna manera el libro.
Después, juntas las manos ante
el pecho, pasa al medio del altar donde, levantando los ojos a la cruz y
bajándolos luego dice, en secreto: Munda cor meum etc. y Iube Domine, etc.[1][2] 21 con el cuerpo profundamente inclinado pero
sin apoyar las manos en el altar.
Luego se dirige al Misal (que
entretanto ha sido llevado por el ministro hasta el ángulo del lado del
Evangelio) y con las manos juntas ante el pecho, dice en voz alta Dominus vobiscum. A continuación, mientras dice Sequentia o Initium sancti Evangelii etc. separa las manos y
hace la señal de la cruz con el pulgar de la mano derecha, primero sobre el libro, al
principio del Evangelio[3]22 (con la mano izquierda
extendida sobre el libro), luego (con la mano izquierda extendida bajo el pecho), hace con el
pulgar de la mano derecha el signo de la cruz sobre su frente, boca y pecho, recitando
al mismo tiempo el resto de la fórmula.
A continuación lee el santo
Evangelio, de pie, vuelto hacia el misal y con las manos juntas ante el pecho
hasta el fin. Si durante la lectura hubiese de pronunciar el nombre de Jesús,
el de María o el del Santo cuya misa se celebra, la inclinación de cabeza la
hará hacia el libro. Concluido el Evangelio levanta un poco el misal con ambas
manos[4]23 e inclinándose un poco lo besa
donde empieza el texto del Evangelio[5]24, mientras dice en voz baja per evangélica dicta, etc. volviéndo en seguida a depositar
el misal sobre el atril.
24 - Terminado
esto, acerca (con las dos manos) el atril al ara (en medio del altar), lo más
cerca posible de los corporales, pero no sobre ellos. Acto seguido junta las
manos ante el pecho y pasa al medio del altar.
Si hubiese Credo extiende y levanta las manos a la altura de
los hombros mientras pronuncia (en voz alta) la palabra Credo y al continuar con las palabras in unum Deum las juntará inclinando al mismo
tiempo la cabeza hacia la cruz. Acto seguido vuelve a levantar la cabeza y
prosigue la recitación del Credo (siempre en voz alta) con las manos juntas
ante el pecho, teniendo en cuenta que ha de inclinar de nuevo la cabeza a las
palabras Iesum Christum y simul adoratur.
Asimismo, a las palabras Et incarnatus est ha de doblar la rodilla derecha
hasta el suelo poniendo al mismo tiempo las manos sobre el altar, extendidas y
separadas (una a la derecha y otra a la izquierda del ara) y siempre fuera de
los corporales. Permanecerá así hasta et homo factus est inclusive[6]25. Al decir Et vitam venturi saeculi se santigua y directamente (sin
juntarlas antes delante del pecho) coloca ambas manos sobre el altar, extendidas
y separadas, una a cada lado del ara (pero siempre fuera de los corporales), se
inclina y besa el altar en el medio. Acto seguido se incorpora, se vuelve (por
su derecha) de cara a los fieles y dice Dominus vobiscum (en voz alta) haciendo las mismas ceremonias
que hizo al final del Gloria.
Nota: Si no hubiese que decir el Credo, el celebrante (terminado el Evangelio)
acerca con ambas manos el atril (con el misal) a los corporales, se desplaza
(manos juntas ante el pecho) hasta el medio del altar, allí separa las manos,
las extiende (separadas) sobre el altar, a ambos lados de los corporales pero
no sobre éstos, se inclina y besa el altar. Acto seguido se alza y se vuelve
(por su derecha) hacia los fieles. Dice entonces Dominus vobiscum (en voz alta) con las mismas ceremonias
descritas al final del Gloria.
[1] 20 Hay cinco Misas
que antes del Evangelio tienen prosa o secuencia: Pascua de resurrección, Pentecostés,
Corpus, Virgen de los Dolores y la
Misa de Requiem. Se han de leer con las
manos puestas como durante la
Epístola y lo que sigue.
[2] 21 Recuerde el sacerdote que ha de decir Iube Domine y no Domne, como dice el diácono en la Misa Solemne.
[3] 22 Y no en la cruz antes de Initium
como
erróneamente se suele hacer.
[4] 23 Sólo levanta el misal, y no
el atril (o el cojín) sobre el que reposa.
[5] 24 Es decir: en el mismo sitio donde al principio lo
signó
[6] 25 Muchos sacerdotes inclinan la cabeza al
pronunciar et homo
factus est pero las rubricas no
dicen nada sobre esta inclinación. El hecho de poner la rodilla en tierra es un
signo bastante elocuente de veneración al misterio de la Encarnación sin
necesidad de añadir una inclinación de cabeza.
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