El concepto “participación” es introducido en el
vocabulario litúrgico en el siglo pasado, promovido por el Magisterio y por el
movimiento litúrgico. Participación deriva del latín (participatio = partem capere:
tomar parte), se usa como sinónimo de adhesión y de intervención. Su uso en la
liturgia deriva de diversos usos profanos. Es usado en el vocabulario político,
económico, social y en el lenguaje cotidiano, indicando no sólo la
participación en algo, sino también la invitación a participar. En este último
caso la participación significa una adhesión solidaria. Participación
significa, en general, el hecho de tener relación con, tener en común con,
estar en comunión; que equivaldría a relación, comunicación, semejanza, conjunción, etc[1].
La Igleisa necesita de santos, lo sabemos, y ella necesita también de artistas hábiles y capaces; los unos y los otros, santos y artistas, son testimonio del espíritu que vive en Cristo (Pablo VI Carta a los miembros de la Comisión Diocesana de Arte Sacra. 4 de junio de 1967).
domingo, 19 de agosto de 2012
viernes, 17 de agosto de 2012
IPAD EN LA LITURGIA
A raíz de la
advertencia que realizaron los obispos de Nueva Zelanda al clero que
determinaron para sus diócesis que el Misal no puede ser reemplazado por
tabletas, Ipad, teléfonos u otros dispositivos, varios obispos y sacerdotes
expertos en liturgia y comunicaciones profundizaron en las razones que
impulsaron la decisión y los criterios que la Iglesia considera a la hora de
evaluar el uso de los elementos tecnológicos en la liturgia.
"Todos los credos tienen libros sagrados que son reservados para aquellos rituales y actividades que están en el corazón de la fe", habían señalado los prelados de Nueva Zelanda, quienes advirtieron que esta realidad es palpable también dentro de la Iglesia Católica: "el Misal Romano es uno de nuestros libros sagrados. Su forma física es un indicador de su papel especial en el culto".
"Todos los credos tienen libros sagrados que son reservados para aquellos rituales y actividades que están en el corazón de la fe", habían señalado los prelados de Nueva Zelanda, quienes advirtieron que esta realidad es palpable también dentro de la Iglesia Católica: "el Misal Romano es uno de nuestros libros sagrados. Su forma física es un indicador de su papel especial en el culto".
LA PARTICIPACIÓN ACTIVA
La
renovación litúrgica concretada por el Concilio Vaticano II es el resultado de
un largo proceso de reflexión del Magisterio y de la teología por medio del
movimiento litúrgico. El estudio atento de los diversos períodos
histórico-litúrgico-pastorales demuestra que en el cristianismo siempre ha
existido la preocupación y el esfuerzo por lograr que las diversas generaciones
de fieles logren una mayor y más íntima participación de la acción litúrgica.
Son diversas y variadas las formas como la Iglesia busco adaptarse a las
diversas condiciones de los creyentes y a las múltiples estructuras eclesiales,
buscando que se logre este doble movimiento propio de la celebración: llevar la
liturgia a los fieles y los fieles a la liturgia; y tratando de conseguir una
comprensión lo más profunda posible de los textos y de los ritos, para que la
participación en la celebración sea espiritualmente fructífera, plena y
completa.
martes, 12 de junio de 2012
QUEJAS POR ABUSOS EN MATERIA LITÚRGICA

Cualquier católico, sea
sacerdote, sea diácono, sea fiel laico, tiene derecho a exponer una queja por
un abuso litúrgico, ante el Obispo diocesano o el Ordinario competente que se
le equipara en derecho, o ante la Sede Apostólica, en virtud del primado del
Romano Pontífice. Conviene, sin embargo, que, en cuanto sea posible, la
reclamación o queja sea expuesta primero al Obispo diocesano. Pero esto se haga
siempre con veracidad y caridad.
REDEMPTIONIS
SACRAMENTUM
lunes, 11 de junio de 2012
LA SEDE APOSTÓLICA EN RELACIÓN CON LOS ABUSOS LITÚRGICOS
Cuantas veces la Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos tenga noticia, al menos
probable, de un delito o abuso que se refiere a la santísima Eucaristía, se lo
hará saber al Ordinario, para que investigue el hecho. Cuando resulte un hecho
grave, el Ordinario envíe cuanto antes, a este Dicasterio, un ejemplar de las
actas de la investigación realizada y, cuando sea el caso, de la pena impuesta.
En los casos de mayor
dificultad, el Ordinario, por el bien de la Iglesia universal, de cuya
solicitud participa por razón de la misma ordenación, antes de tratar la
cuestión, no omita solicitar el parecer de la Congregación para el Culto Divino
y la Disciplina de los Sacramentos. Por su parte, esta Congregación, en vigor
de las facultades concedidas por el Romano Pontífice, ayuda al Ordinario, según
el caso, concediendo las dispensas necesarias o comunicando instrucciones y
prescripciones, las cuales deben seguirse con diligencia.
REDEMPTIONIS
SACRAMENTUM
sábado, 9 de junio de 2012
EL OBISPO DIOCESANO EN RELACIÓN CON LOS ABUSOS LITÚRGICOS
El Obispo diocesano, «por ser
el dispensador principal de los misterios de Dios, ha de cuidar incesantemente
de que los fieles que le están encomendados crezcan en la gracia por la
celebración de los sacramentos, y conozcan y vivan el misterio pascual». A este
corresponde, «dentro de los límites de su competencia, dar normas obligatorias
para todos, sobre materia litúrgica».
«Dado que tiene obligación de
defender la unidad de la Iglesia universal, el Obispo debe promover la
disciplina que es común a toda la Iglesia, y por tanto exigir el cumplimiento
de todas las leyes eclesiásticas. Ha de vigilar para que no se introduzcan
abusos en la disciplina eclesiástica, especialmente acerca del ministerio de la
palabra, la celebración de los sacramentos y sacramentales, el culto de Dios y
de los Santos».
viernes, 8 de junio de 2012
OBUSOS LITÚRGICOS
Cuando se comete un abuso en
la celebración de la sagrada Liturgia, verdaderamente se realiza una
falsificación de la liturgia católica. Ha escrito Santo Tomás: «incurre en el
vicio de falsedad quien de parte de la Iglesia ofrece el culto a Dios,
contrariamente a la forma establecida por la autoridad divina de la Iglesia y
su costumbre».
Para que se dé una solución a
este tipo de abusos, lo «que más urge es la formación bíblica y litúrgica del
pueblo de Dios, pastores y fieles», de modo que la fe y la disciplina de la
Iglesia, en lo que se refiere a la sagrada Liturgia, sean presentadas y
comprendidas rectamente. Sin embargo, donde los abusos persistan, debe
procederse en la tutela del patrimonio espiritual y de los derechos de la
Iglesia, conforme a las normas del derecho, recurriendo a todos los medios
legítimos.
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