Consérvese la costumbre del
Rito romano, de dar la paz un poco antes de distribuir la sagrada Comunión,
como está establecido en el Ordinario de la Misa. Además, conforme a la
tradición del Rito romano, esta práctica no tiene un sentido de reconciliación
ni de perdón de los pecados, sino que más bien significa la paz, la comunión y
la caridad, antes de recibir la santísima Eucaristía. En cambio, el sentido de
reconciliación entre los hermanos se manifiesta claramente en el acto
penitencial que se realiza al inicio de la Misa, sobre todo en la primera de
sus formas.
Conviene «que cada uno dé la
paz, sobriamente, sólo a los más cercanos a él». «El sacerdote puede dar la paz
a los ministros, permaneciendo siempre dentro del presbiterio, para no alterar
la celebración. Hágase del mismo modo si, por una causa razonable, desea dar la
paz a algunos fieles». «En cuanto al signo para darse la paz, establezca el
modo la Conferencia de Obispos», con el reconocimiento de la Sede Apostólica,
«según la idiosincrasia y las costumbres de los pueblos».
En la celebración de la santa
Misa, la fracción del pan eucarístico la realiza solamente el sacerdote
celebrante, ayudado, si es el caso, por el diácono o por un concelebrante, pero
no por un laico; se comienza después de dar la paz, mientras se dice el
«Cordero de Dios». El gesto de la fracción del pan, «realizada por Cristo en la
Última Cena, que en el tiempo apostólico dio nombre a toda la acción
eucarística, significa que los fieles, siendo muchos, forman un solo cuerpo por
la comunión de un solo pan de vida, que es Cristo muerto y resucitado para la
salvación del mundo (1 Cor 10,17)». Por esto, se debe realizar el rito con gran
respeto. Sin embargo, debe ser breve. El abuso, extendido en algunos lugares,
de prolongar sin necesidad este rito, incluso con la ayuda de laicos,
contrariamente a las normas, o de atribuirle una importancia exagerada, debe
ser corregido con gran urgencia.
Si se diera la necesidad de
que instrucciones o testimonios sobre la vida cristiana sean expuestos por un
laico a los fieles congregados en la iglesia, siempre es preferible que esto se
haga fuera de la celebración de la Misa. Por causa grave, sin embargo, está
permitido dar este tipo de instrucciones o testimonios, después de que el
sacerdote pronuncie la oración después de la Comunión. Pero esto no puede
hacerse una costumbre. Además, estas instrucciones y testimonios de ninguna
manera pueden tener un sentido que pueda ser confundido con la homilía, ni se
permite que por ello se suprima totalmente la homilía.
REDEMPTIONIS
SACRAMENTUM
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