Ante el misterio de la Eucaristía, el Catecismo de la Iglesia Católica,
después de haber recordado el texto ya citado de Agustín («O sacramentum
pietatis...») exclama:
«Cuanto más dolorosamente se hacen sentir las divisiones de
la Iglesia que impiden la común participación en la mesa del Señor, tanto más
apremiantes son las plegarias al Señor para que vuelvan los días de la plena
unidad de todos aquellos que creen en él» (n. 1398).
Esta paradoja, la Eucaristía fuente de unidad y signo actual
de división, nos introduce en el tema del diálogo ecuménico en torno a la
Eucaristía.
Por ser la Eucaristía el signo y la causa de la unidad, el
misterio eucarístico es hoy la manifestación concreta de la división de los
cristianos, por el simple hecho de que no todos los cristianos pueden participar
en la única Eucaristía.
Diversos factores comprometen esta dolorosa realidad. La no
posibilidad actual de comulgar en el mismo cáliz y en la misma Eucaristía entre
católicos y ortodoxos, viene del hecho de que, aunque teniendo una misma fe
eucarística, aquella fe indivisa del primer milenio de la Iglesia, diversas son
hoy las concepciones respecto a la Iglesia y a su constitución. El profundo
vínculo entre Iglesia y Eucaristía, manifestación de la unidad en la fe y en la
vida y comunión en la misma Eucaristía, impiden hoy una recíproca comunión
eucarística y empujan enérgicamente a la búsqueda de una unidad que permita
poder compartir el mismo altar y el mismo cáliz (cfr. UR 15 y
22).
Más allá de las divergencias en el campo eclesiológico con
otras Confesiones cristianas, por diversos motivos, somos divergentes en la fe
eucarística. Para algunas Iglesias se trata de una concepción diversa del
ministerio ordenado y de su necesidad para la válida celebración del misterio
eucarístico. Sólo en la sucesión apostólica y en el ministerio sacerdotal se
tiene una válida Eucaristía, según la doctrina de la Iglesia católica. Además,
en las Confesiones surgidas de la Reforma y también en la Comunión Anglicana, no
se tiene una clara afirmación de la realidad de la Eucaristía y de su sentido
sacrificial, como son creídos por la Iglesia Católica y Ortodoxa, a pesar de los
recientes intentos de acercamiento a las posiciones doctrinales de la Iglesia
Católica.
Pero a pesar de todo, en nuestro tiempo han sido notables los
esfuerzos puestos en marcha en las Iglesias para una mejor comprensión y
formulación de la fe eucarística, tanto por parte de autores individuales, como
por parte de grupos de diálogo oficial a nivel de Iglesias, como en documentos
de grupos interconfesionales más o menos oficiales. En el campo de las Iglesias
de la Reforma es necesario reconocer el esfuerzo cumplido por algunos autores
para una plena recuperación de la doctrina eucarística tradicional de la Iglesia
primitiva a nivel bíblico, patrístico, litúrgico y teológico.
En el campo del diálogo oficial con los diversos grupos,
Iglesias y comunidades cristianas, es notable el esfuerzo cumplido por la
Comisión oficial mixta católico-anglicana sobre la Eucaristía (ARCIC I) con un
notable acercamiento sobre el tema de la presencia, de la transustanciación y
del sacrificio-memorial. Pero el último juicio de la Iglesia católica pone de
relieve que no todas las dudas han desaparecido.
Entre los autores protestantes que han contribuido mucho a la
mejor comprensión de la Eucaristía citamos en particular a J. Jeremías, J.J. Von
Allmen, Max Thurian (antes de hacerse católico), J. De Wateville, cuyas obras
hemos citado ya durante el curso de nuestro estudio.
Otros diálogos sobre el argumento son aquéllos entre
católicos y protestantes del área centroeuropea recogidos en 1971 en el
Documento de Combes y publicados bajo el título interrogativo: ¿Hacia una
misma fe eucarística?, Taizé 1972.
En los Estados Unidos han sido diversos los documentos de
diálogo sobre la Eucaristía entre católicos y luteranos. El último fruto de
diálogo intereclesial prometido por el Consejo ecuménico de las Iglesias es la
formulación de la doctrina bíblica y teológica sobre la Eucaristía en el
Documento de Lima sobre el Bautismo, Eucaristía y Ministerio
(BEM).
A pesar de las convergencias, al menos verbales, en la
síntesis bíblica sobre la Eucaristía y en el lenguaje litúrgico de la
celebración, notables divergencias separan todavía las Iglesias de la Reforma,
en la interpretación y el alcance de la presencia real y del sacrificio
eucarístico, de las posiciones de la Iglesia católica y de las Iglesias
ortodoxas. Divergencias que crean incomodidad y que plantean el problema
teológico de una fe que a pesar de proponerse con idénticas fórmulas verbales se
mantiene distinta en la afirmación de los contenidos de esta fe y en la
dimensión real del hecho de la presencia y del sacrificio
eucarístico. Estas diferencias se han agravado después por el hecho de no
encontrar una convergencia doctrinal sobre el tema del ministerio ordenado,
sobre el concepto de la sucesión apostólica y sobre la constitución jerárquica
de la Iglesia.
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