domingo, 18 de marzo de 2012

EUCARISTÍA Y DIÁLOGO ECUMÉNICO

Ante el misterio de la Eucaristía, el Catecismo de la Iglesia Católica, después de haber recordado el texto ya citado de Agustín («O sacramentum pietatis...») exclama:
«Cuanto más dolorosamente se hacen sentir las divisiones de la Iglesia que impiden la común participación en la mesa del Señor, tanto más apremiantes son las plegarias al Señor para que vuelvan los días de la plena unidad de todos aquellos que creen en él» (n. 1398).


Esta paradoja, la Eucaristía fuente de unidad y signo actual de división, nos introduce en el tema del diálogo ecuménico en torno a la Eucaristía.
Por ser la Eucaristía el signo y la causa de la unidad, el misterio eucarístico es hoy la manifestación concreta de la división de los cristianos, por el simple hecho de que no todos los cristianos pueden participar en la única Eucaristía.
Diversos factores comprometen esta dolorosa realidad. La no posibilidad actual de comulgar en el mismo cáliz y en la misma Eucaristía entre católicos y ortodoxos, viene del hecho de que, aunque teniendo una misma fe eucarística, aquella fe indivisa del primer milenio de la Iglesia, diversas son hoy las concepciones respecto a la Iglesia y a su constitución. El profundo vínculo entre Iglesia y Eucaristía, manifestación de la unidad en la fe y en la vida y comunión en la misma Eucaristía, impiden hoy una recíproca comunión eucarística y empujan enérgicamente a la búsqueda de una unidad que permita poder compartir el mismo altar y el mismo cáliz (cfr. UR 15 y 22).
Más allá de las divergencias en el campo eclesiológico con otras Confesiones cristianas, por diversos motivos, somos divergentes en la fe eucarística. Para algunas Iglesias se trata de una concepción diversa del ministerio ordenado y de su necesidad para la válida celebración del misterio eucarístico. Sólo en la sucesión apostólica y en el ministerio sacerdotal se tiene una válida Eucaristía, según la doctrina de la Iglesia católica. Además, en las Confesiones surgidas de la Reforma y también en la Comunión Anglicana, no se tiene una clara afirmación de la realidad de la Eucaristía y de su sentido sacrificial, como son creídos por la Iglesia Católica y Ortodoxa, a pesar de los recientes intentos de acercamiento a las posiciones doctrinales de la Iglesia Católica.
Pero a pesar de todo, en nuestro tiempo han sido notables los esfuerzos puestos en marcha en las Iglesias para una mejor comprensión y formulación de la fe eucarística, tanto por parte de autores individuales, como por parte de grupos de diálogo oficial a nivel de Iglesias, como en documentos de grupos interconfesionales más o menos oficiales. En el campo de las Iglesias de la Reforma es necesario reconocer el esfuerzo cumplido por algunos autores para una plena recuperación de la doctrina eucarística tradicional de la Iglesia primitiva a nivel bíblico, patrístico, litúrgico y teológico.
En el campo del diálogo oficial con los diversos grupos, Iglesias y comunidades cristianas, es notable el esfuerzo cumplido por la Comisión oficial mixta católico-anglicana sobre la Eucaristía (ARCIC I) con un notable acercamiento sobre el tema de la presencia, de la transustanciación y del sacrificio-memorial. Pero el último juicio de la Iglesia católica pone de relieve que no todas las dudas han desaparecido.
Entre los autores protestantes que han contribuido mucho a la mejor comprensión de la Eucaristía citamos en particular a J. Jeremías, J.J. Von Allmen, Max Thurian (antes de hacerse católico), J. De Wateville, cuyas obras hemos citado ya durante el curso de nuestro estudio.
Otros diálogos sobre el argumento son aquéllos entre católicos y protestantes del área centroeuropea recogidos en 1971 en el Documento de Combes y publicados bajo el título interrogativo: ¿Hacia una misma fe eucarística?, Taizé 1972.
En los Estados Unidos han sido diversos los documentos de diálogo sobre la Eucaristía entre católicos y luteranos. El último fruto de diálogo intereclesial prometido por el Consejo ecuménico de las Iglesias es la formulación de la doctrina bíblica y teológica sobre la Eucaristía en el Documento de Lima sobre el Bautismo, Eucaristía y Ministerio (BEM).
A pesar de las convergencias, al menos verbales, en la síntesis bíblica sobre la Eucaristía y en el lenguaje litúrgico de la celebración, notables divergencias separan todavía las Iglesias de la Reforma, en la interpretación y el alcance de la presencia real y del sacrificio eucarístico, de las posiciones de la Iglesia católica y de las Iglesias ortodoxas. Divergencias que crean incomodidad y que plantean el problema teológico de una fe que a pesar de proponerse con idénticas fórmulas verbales se mantiene distinta en la afirmación de los contenidos de esta fe y en la dimensión real del hecho de la presencia y del sacrificio eucarístico. Estas diferencias se han agravado después por el hecho de no encontrar una convergencia doctrinal sobre el tema del ministerio ordenado, sobre el concepto de la sucesión apostólica y sobre la constitución jerárquica de la Iglesia.


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