Los primeros
cristianos se reunían para escuchar la Palabra de Dios y desde el principio, ha
habido personas encargadas de leer la Palabra de Dios. El rol del lector ha
cambiado con el tiempo, pero es importante conocer algo de la historia de los
lectores para entender más sobre el trabajo de un lector hoy en día.
Ordenes Menores
La Iglesia ha
tenido desde sus inicios órdenes menores, responsables de llevar a cabo los
diversos ministerios litúrgicos. Estas órdenes eran necesarias para llevar
acabo diferentes funciones ministeriales en la Santa Misa. Con el tiempo estas
órdenes se convirtieron en las primeras ordenaciones que los seminaristas
tenían en su proceso de formación antes de la ordenación sacerdotal. En 1971,
el Papa Pablo VI cerró las órdenes menores y creo los ministerios del lectorado
y acolitado, estos ministros ya no eran ordenados, sino encargados, de manera
que los obispos conseguían a personas con talentos especiales encomendándoles
permanentemente para el puesto.
Lectores Instituidos
El Papa Pablo
VI instituyó en el Ministeria Quaedam que las personas regulares podían
ser escogidas para llevar a cabo las responsabilidades de los ministerios, no
solamente los encaminados hacia el sacerdocio. El anticipó que muchas
parroquias tendrían lectores y acólitos instituidos para servir en estas
funciones litúrgicas. Al mismo tiempo, pero, la dedicación exigida por estos
ministerios, juntos con la realidad que los ministerios de Pablo VI son
reservados exclusivamente para hombres resulta en que los ministerio
instituidos son casi siempre o seminaristas o candidatos para el diaconado permanente.
Ministeria
Quaedam explica el
papal del lector instituido en esa maniera: El Lector queda instituido para la
función, que le es propia, de leer la palabra de Dios en la asamblea litúrgica.
Por lo cual proclamará las lecturas de la Sagrada Escritura, pero no el
Evangelio, en la Misa y en las demás celebraciones sagradas; faltando el
salmista, recitará el Salmo interleccional; proclamará las intenciones de la
Oración Universal de los fieles, cuando no haya a disposición Diácono o cantor;
dirigirá el canto y la participación del pueblo fiel; instruirá a los fieles
para recibir dignamente los Sacramentos. También podrá, cuando sea necesario,
encargarse de la preparación de otros fieles a quienes se encomiende
temporalmente la lectura de la Sagrada Escritura en los actos litúrgicos. Para
realizar mejor y más perfectamente estas funciones, medite con asiduidad la
Sagrada Escritura.
El Lector,
consciente de la responsabilidad adquirida, procure con todo empeño y ponga
los medios
aptos para conseguir cada día más plenamente el suave y vivo amor, así como el
conocimiento de la Sagrada Escritura, para llegar a ser más perfecto discípulo del
Señor. (Ministeria Quaedam, 5)
Mientras esta
descripción de lectores instituidos nos da un cierto conocimiento de las
responsabilidades del lector, también habla de “otros fieles a quienes se
encomiende temporalmente la lectura de la Sagrada Escritura en los actos
litúrgicos”. Estos individuos son las personas a las que conocemos como lectores
en nuestras parroquias.
Lectores No-Instituidos
No todos los
lectores son instituidos formalmente. En verdad, la mayoría de las parroquias
no tienen lectores instituidos y pocas tendrían numeras suficientes de lectores
instituidos para leer a cada misa.
En respuesta a
este problema pastoral, la Instrucción General para El Misal Romano (IGMR)
propone
lo siguiente: En
ausencia del lector instituido, para proclamar las lecturas de la Sagrada
Escritura, destínense otros laicos que sean de verdad aptos para cumplir este
ministerio y que estén realmente preparados, para que, al escuchar las lecturas
divinas, los fieles conciban en su corazón el suave y vivo afecto por la
Sagrada Escritura. (IGRM, 101)
Es claro, que
cuando no están presentes lectores instituidos (ahora seminaristas o candidatos
para el diaconado permanente), es apropiado que otros fieles lean las lecturas
durante la Santa Misa. Por eso, vemos que la mayoría de las parroquias tienen
programas para lectores no instituidos, que son responsables de leer durante
las Misas de la parroquia.
El resto de
este manual se tratará del entrenamiento y la preparación de estos lectores no
instituidos.
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