Las principales fases históricas (anteriores a la
reforma del Vat. II) del oficio romano respecto a su estructura son las
siguientes:
a) Ss. VII-X. El oficio de la Regla de
san Benito incluía ya el salterio semanal, pero todavía no la lectura anual
de la Escritura, atestiguada explícitamente en el Ordo XIV, de los ss.
VII-VIII, proveniente de monasterios romanos». La Regla habla también de
las lecturas patrísticas que hacen de comentario a las bíblicas (Reg. 9).
Entre el oficio de la Regla de san Benito y el antiguo oficio romano
había ciertamente muchas cosas en común, como se deduce en parte de la Regla
misma (Reg. 10) y de otros testimonios antiguos. Sin embargo, se
discute cuál de los dos ha servido de modelo al otro. De todos modos, es cierto
que el oficio romano de tipo monástico-eclesiástico de los ss. VII-VIII
comprendía el rezo semanal del salterio y la lectura anual de la biblia. La
distribución salmódica de este oficio, salvo algunas modificaciones para la
hora de prima, duró hasta san Pío X.
b) Breviario de la Curia. El papa y todos sus
curiales, hacia los ss. XXI, adoptaron una de las formas corrientes del oficio
monástico-eclesiástico, profundamente influida ya por la liturgia
franco-germana. La adopción papal sirvió para dar gran crédito a esta
estructura, que por tal motivo fue recomendada por san Francisco de Asís a sus
frailes, obteniendo así una difusión extraordinaria hasta convertirse en la
forma predominante en el ámbito de las iglesias de Occidente. Sin embargo, este
modelo no excluía variantes secundarias según los ambientes religiosos y
clericales. Hay que subrayar en este tiempo el nuevo fenómeno del rezo
individual, que tendía a sustituir al comunitario y a convertirse en la manera
más normal.
c) Reforma tridentina. La bula Quod a nobis,
de san Pío V, del 9 de julio de 1568, que llevaba a término la reforma
preconizada por el concilio de Trento, no cambiaba la estructura fundamental
del oficio curial romano, pero aportaba algunas simplificaciones y aligeraba al
oficio de algunos elementos parasitarios que lo hacían pesado. Además
establecía normas para garantizar mejor el principio del rezo semanal del
salterio y de la lectura más amplia de la Escritura, comprometidos muchas veces
por el oficio tomado del común de los santos. La novedad más llamativa fue que
se impuso a toda la iglesia de rito romano, salvo pocas excepciones, el mismo
Breviario, con la prohibición absoluta de toda modificación, por leve que
fuera. Se consigue por esta vía una unidad monolítica desconocida hasta entonces
y considerada necesaria en aquel tiempo a causa del peligro protestante, de los
muchos abusos y de la anarquía litúrgica que se había creado. La rígida
uniformidad impuesta por el concilio de Trento y la intangibilidad de su
Breviario se juzgan hoy más bien negativamente.
d) San Pío X. La reforma, promulgada con la
const. apost. Divino afflatu, de Pío X, del 1 de noviembre de 1911, se
propuso conciliar el rezo semanal del salterio y la lectura de parte
considerable de la Escritura en el espacio de un año, con el culto a los santos
y un aligeramiento del oficio. El inconveniente del crecimiento anormal del
santoral en la liturgia, que ya otras veces se había lamentado en la historia,
había cobrado tales proporciones que hacía sumamente exiguo el número de los
días en que se respetaba el salterio y la lectura bíblica corriente. Por otra
parte, al ser el oficio de la feria y del domingo notablemente más largo que el
de los santos, su frecuencia habría constituido un impedimento para el trabajo
pastoral, que se había hecho gravoso por la disminución del número de
sacerdotes, como señala la constitución apostólica. Por eso se procuró una
distribución radicalmente nueva de los salmos, reduciendo su cantidad diaria
para cada hora y haciéndolos variables también en las horas en que antes eran
fijos, es decir, en laudes y en las horas menores. Se sometieron los oficios de
los santos a una norma tal que respetara comúnmente el salterio, la lectura bíblica
corriente y la dignidad del domingo. La reforma de Pío X, que afectaba a una
tradición más que milenaria, se autodefinió como un primer paso hacia la
reforma más general y completa, que se consideraba ya totalmente necesaria.
0 comentarios:
Publicar un comentario