LA LITURGIA DE LAS HORAS EN
LAS IGLESIAS A TRAVÉS DE LOS SIGLOS
Una ojeada histórica es indispensable no sólo para
captar las grandes líneas evolutivas que han llevado a las formas con que
estamos familiarizados ahora, sino también para valorar la colocación de la LH
en el cuadro de la existencia y de la misión de la iglesia.
ORIGEN Y FUNDAMENTO.
La historia de la LH, como oración específica de
la iglesia, tiene su arranque decisivo en el ejemplo y el mandato de Cristo. De
los evangelios se desprende que la oración jalonaba toda la vida del Salvador,
hasta el punto de formar el alma de su ministerio mesiánico y de su éxodo pascual
(OGLH 4). Además, está explícitamente documentado su pensamiento sobre
la iglesia, comunidad de oración (OGLH 5). Es lo que recibieron plenamente
los apóstoles y los primeros cristianos, que no sólo se hicieron eco de los
mandatos de orar siempre, dados por el divino Maestro, sino que efectivamente perseveraron
en la oración, así como en la escucha de la palabra, juntamente con la
celebración eucarística y la comunión fraterna (cf OGLH 1). Es
convicción profundamente enraizada en la conciencia de la iglesia que la
función horaria del oficio divino se remonta fundamentalmente a la oración
continua recomendada y también practicada por Jesús (OGLH 10 y const.
apost. Laudis canticum, comienzo y n. 8 2) y por la comunidad
apostólica. Si, además, se recuerda que Jesús, los apóstoles y la comunidad
primitiva oraron también con los salmos (cf Mt 27,46; Lc 23,46; Col 3,16)3,
como el pueblo hebreo al que pertenecían, se deduce que el mismo carácter sal ódico
de la LH empalma, al menos en cierto sentido y hasta cierta medida, con Cristo
y con los primeros cristianos.
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