La misa consta de dos partes necesariamente unidas y correlativas que se influyen mutuamente, como estructuras de un todo. Así se complementan la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística, dentro de la unidad se entrada en la consagración.
Hay una sola presencia de Cristo en su iglesia, en una doble manifestación: Cristo está moralmente presente en la asamblea orante, cuando se lee y se anuncia la Sagrada Escritura. Cristo está personalmente presente cuando se realiza el sacramento del Eucaristía.
Cristo está presente en toda la celebración sacramental como el único Sacerdote de la Nueva Alianza.
Cristo está real y personalmente presente en la celebración del Eucaristía como víctima que se ofrece por el ministerio de sus Sacerdotes, que obran o presiden como sus instrumentos.
Por tanto, la estructura actual de la Misa tiene dos partes principales, correspondientes e integrantes de un todo: LITURGIA DE LA PALABRA y LITURGIA EUCARÍSTICA.
En la ordenación general del Misal Romano se declara: "La Misa consta en cierto sentido de dos partes: la liturgia de la Palabra y la liturgia Eucarística, tan estrechamente unidas entre sí que constituyen un solo acto de culto, ya que en la Misa se dispone la mesa, tanto de la Palabra de Dios como el Cuerpo de Cristo, en la que los fieles encuentran formación y refección. Otros ritos pertenecen a la apertura y conclusión de la celebración".
Los dice también el Vaticano II: "Las dos partes de que consta la Misa, a saber: la liturgia de la Palabra y la Eucarística, están tan íntimamente unidas, que constituyen un solo acto de culto".
ESTRUCTURA DE LA MISA
A. RITOS DE APERTURA
Podemos considerar como una pequeña parte preparatoria, la que se constituye con los ritos de apertura, cuya finalidad es "hacer que los fieles reunidos constituyan una comunidad y se dispongan a oír como conviene la palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía".
"Por tanto, la Iglesia, con solicitó cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción Sagrada, sean instruidos con la palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos que al ofrecer la hostia Inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él; se perfeccionen día a día por Cristo Mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos".
Sobre los ritos esenciales que son como las vértebras de la celebración, aparecen los ritos complementarios. Los podemos separar así:
1. INTROITO
2. ACTO PENITENCIAL
3. KYRIE ELEISON-SEÑOR, TEN PIEDAD
4. GLORIA
5. ORACIÓN COLECTA
1. Introito
Iglesia quiere decir reunión. Por eso su manifestación vital es el momento en que se encuentran sus fieles reunidos.
El INTROITO, antífona o canto de entrada acompaña la procesión del celebrante o concelebrantes y los ministros, hacia el altar. Puede utilizarse para este canto el texto de la antífona que trae el propio de la misa del día, o "en su lugar otro canto apropiado a la acción Sagrada o a la índole del día o del tiempo". La finalidad del canto de entrada es abrir la celebración, fomentar la unión entre los fieles reunidos y elevar sus corazones para la contemplación del misterio litúrgico del día.
Si no se canta, los fieles, un lector o el mismo celebrante lo recitan.
El ministro entra en el templo y se dirige procesionalmente hacia el altar. Esta procesión simboliza el camino que recorre la Iglesia peregrina hasta la Jerusalén celestial. Cuando forma parte del cortejo un ministro que lleva la cruz y otro, el Evangeliario, se simboliza que Cristo, Redentor y Maestro nos llevará hasta el fin de ese camino. Los fieles se ponen de pie para indicar su disponibilidad en la celebración que va a tener lugar. El sacerdote al llegar al altar, que representa a Cristo, realiza una inclinación profunda, que es gesto de un intenso respeto. Luego besa el altar, en nombre de todo el pueblo reunido, que es representación de la Iglesia: es el beso de la Iglesia a su Esposo, que es Cristo. Si la misa es concelebrada, lo besan todos los concelebrantes.
Después de venerar el altar hace la señal de la Cruz. Este gesto recuerda que el sacrificio de Cristo es la fuente de toda santificación. La fórmula es un acto de fe en la Trinidad que recuerda el Bautismo. Luego el celebrante dirige el saludo a la asamblea de los fieles, y él u otro ministro puede hacer una brevísima admonición, para centrar la devoción explicando la festividad del día, por la liturgia eucarística. La finalidad del saludo es anunciar a la asamblea congregada la presencia del Señor.
Puede un comentador, por medio de discretas intervenciones bien preparadas, centrar la atención de los fieles.
2. Acto Penitencial
Después del Introito sigue el acto PENITENCIAL que realiza toda la comunidad con la confesión general y se termina con la absolución del sacerdote.
El acto penitencial manifiesta el sentimiento que tiene la Iglesia de ser comunidad de pecadores. Sirve para valorar la realidad del pecado, crecer en espíritu de penitencia, y considerar la misericordia de Dios.
Este acto consta de tres partes:
-invitación a los fieles para que se examinen y reconozcan pecadores. Este momento de silencio es importante y forma parte de este acto.
- petición de perdón, que se expresa con la oración "Yo confieso ante Dios todopoderoso" con el gesto de un golpe de pecho al decir: Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. En el anterior rito eran tres golpes; ahora basta con uno.
- absolución, que no es sacramental, sino que expresa un deseo de perdón de Dios. El sacerdote implora: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
El Misal tiene tres fórmulas para el acto PENITENCIAL, precedidas por una admonición y un espacio de silencio para propiciar el arrepentimiento. La primera es una recitación comunitaria de la redacción nueva del confiteor: "yo confieso, ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos...", la dicen el celebrante y los fieles.
La segunda fórmula está constituida por el silencio y la recitación de dos versículos en que se invoca la misericordia del Señor.
La tercera tiene tres súplicas con las respuestas: Señor, ten piedad de nosotros; luego, Cristo, ten piedad de nosotros; y Señor, ten piedad nosotros. Cuando se utiliza esta fórmula, no se dicen los Kyries (Señor, ten piedad), que están incluidos en el contexto.
Ya hemos dicho que los tres ritos que penitencial una confesión general, terminan con la absolución dada por el Sacerdote.
3. Kyrie Eleison-Señor, ten piedad.
Después del acto penitencial, dependiendo de la forma del acto penitencial, se dice o se canta el Señor, ten piedad que antes estaba constituido por nueve aclamaciones a modo de jaculatorias y ahora se reduce a seis.
Esta fórmula tradicional de aclamación, más bien cristológica que trinitaria, siempre se dice o se canta, a no ser que se haya utilizado en el rito penitencial con la tercera forma del acto penitencial.
4. Gloria.
El Gloria es un antiguo canto de alegría, ya utilizado en el siglo II, en el que se alaba a Dios Padre y a su Hijo, el Cordero que quita los pecados del mundo.
Puede recitarse o cantarse, en un solo coro o alternado en dos grupos.
Se utiliza los domingos fuera del tiempo de Adviento y Cuaresma; en las solemnidades y fiestas y en algunas celebraciones de especial importancia.
5. Oración colecta.
Termina el rito de entrada con una oración llamada colecta, que precedida de un silencio recoge las oraciones de los fieles y luego propone la intención de la celebración eucarística, concluyendo con la fórmula larga o plena, que invoca intercesión de Nuestro Señor Jesucristo, por sobre toda otra mediación.
Es una oración que el sacerdote dice con las manos juntas, introducida probablemente por san León Magno en el siglo V, que consta de cuatro partes:
- Invitación a la oración.
- Un momento de silencio, para la oración personal, abierta a intenciones universales.
- Oración por parte del Sacerdote, dirigida a la Trinidad: Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo...
- Conclusión, con una profesión de fe.
- Aclamación y asentimiento por parte del pueblo, que contesta: Amén; es decir: Así se sea, que se haga así.
El pueblo congregado da su asentimiento con la palabra Amén, que significa Así sea.
La Ordenación General dispone que en la Misa se diga una sola oración colecta, y esto vale también respecto a la oración sobre las ofrendas, y la postcomunión, que es la oración final del propio de cada día.
B. LITURGIA DE LA PALABRA.
Jesucristo, además de cantar los salmos, habló a sus discípulos, recordándoles sus enseñanzas.
Los primeros cristianos injertaron en esta parte la lectura de los profetas, de las cartas de los Apóstoles y los evangelios. Según las prescripciones del Vaticano II en el nuevo ritual se han distribuido las partes más significativas de la Biblia, para que se lean en las Misas, en un ciclo rotativo de tres años.
En los domingos y días festivos se antepuso a la lectura de la Epístola y del Evangelio, otra lectura bíblica que puede tomarse del Antiguo Testamento o de los Hechos de dos Apóstoles. La primera parte de la Celebración Eucarística se compone de:
1. Lectura de la Sagrada Escritura
2. Cantos de meditación, Aleluya -Secuencia-, Evangelio.
3. Homilía
4. Profesión de la fe, y
5. Oración Universal, -Oración de los fieles-.
Ayuda perfecta unión en todos estos elementos: llega a los fieles la palabra de Dios por las lecturas bíblicas; los cantos de meditación sirven para afianzar el mensaje, que luego se desarrolla en la Homilía, se proclama la aceptación personal por el Credo, y se pide la ayuda divina en la Oración Universal.
1. Lecturas bíblicas.
Nunca como ahora se había servido en la mesa eucarística el manjar de la palabra de Dios que, anunciada a cada pueblo directamente en su propia lengua, propicia mayor comprensión y más saludables frutos.
"Cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura es Dios mismo quien habla su pueblo, y Cristo presente en su palabra, quien anuncia el evangelio".
La primera lectura se toma del Antiguo Testamento o de los Hechos de los Apóstoles. La segunda esta alguna carta del Nuevo Testamento, y tiene relación con la fiesta de o con el Evangelio del día.
El lector comienza -sin decir "primera lectura", ni "segunda lectura"- anunciando el título del libro y del Autor del que se toma el texto: "Lectura del Profeta Ezequiel" o "De la Carta de San Pablo a los Romanos"... Termina diciendo: "Esta es Palabra de Dios". Los fieles responden: "Te alabamos, Señor".
2. Cantos interleccionales-aleluya- secuencia. Evangelio.
Acabada la primera lectura, sigue el Salmo Responsorial o gradual, que es parte integrante de la liturgia de la palabra.
Después del salmo gradual, o de la segunda lectura si la hay, se canta un verso de algún salmo que, fuera del Adviento o de la Cuaresma se alegra con el aleluya, como preparación a la proclamación del evangelio.
El salmo después de la lectura, si no se canta, se recita. El aleluya y el verso que preceden al evangelio, si no se cantan, pueden omitirse.
"El conjunto de lecturas dominicales -dice el Papa Pablo VI- ha sido distribuido en un ciclo de tres años", a fin de que se vean, a largo de esta época cíclica, los textos más importantes de la palabra de Dios escrita en los libros sagrados.
Las secuencias son poesías religiosas que aparecen en la Misa de la Edad Media como apéndice del aleluya.
Fuera de los días de pascua y pentecostés, no obliga recitarlas o cantarlas. Un laico puede hacer él las dos primeras lecturas. El evangelio ha de ser leído por un Diacono o por el Sacerdote.
Aquí se distribuyen los oficios del "Lector", que puede ser distinto del "Salmista", que proclama o canta el salmo entre las lecturas.
El que proclama el evangelio dice al final: Palabra del Señor, y contestan los fieles con esta aclamación: Gloria y honor a Ti, Señor Jesús.
3. Homilía.
La homilía viene a ser una parte casi exigida de la liturgia de la palabra; "es una proclamación de las maravillas obradas por Dios en la historia de la salvación o misterio de Cristo, que está siempre presente y obra en nosotros particularmente en las celebraciones litúrgicas".
Debe basarse en la misma palabra de Dios para que resulte una explanación del mensaje. Puede también fijarse en algún aspecto especial de la Sagrada Escritura o de bien otros textos de la Misa, o en las particulares necesidades de los oyentes.
"La Homilía corresponde al Sacerdote o al Diacono". En la celebración de la Misa, no debe normalmente ser pronunciada por laicos. Ellos pueden oportunamente intervenir pero no " hacerlo como si fueran presidentes".
4. Profesión de fe.
Después de oír la palabra de Dios en las lecturas y su explicación en la predicación, el pueblo da su asentimiento al mensaje y proclama su fe con el Credo, símbolo o profesión de fe, que se debe decir o cantar los domingos y en las solemnidades.
Deben decirlo juntos el Sacerdote y el pueblo.
Si se canta puede ser en un solo coro o alternativamente.
5. Oración universal.
No es la llamada Oración de los Fieles una oración de los laicos, sino la oración del pueblo Santo y se le llama por eso Oración Universal; la inicia el Sacerdote desde la sede o el ambón. Se debe hacer siempre que hay asistencia del pueblo.
La Oración universal contiene tres elementos: la introducción del celebrante; las súplicas que puede hacer un ministro, o algunos fieles, y la conclusión, que toca al celebrante.
C. LITURGIA DE LA EUCARISTIA
Esta tercera parte es la principal de la Misa.
Los elementos principales de esta segunda parte de la Misa son:
1. La preparación de los dones.
2. La plegaria eucarística.
3. El rito de la comunión, y
4. El rito de despedida.
1. La preparación de los Dones.
La Celebración Eucarística, como ya hemos dicho, está ordenada con las mismas acciones de Jesucristo en la Ultima Cena.
Se prepara el altar, centro de la liturgia; se colocan el corporal, el purificador, el cáliz, el Misal.
A continuación se presentan las ofrendas; el pan y el vino.
Tiene un significado bautismal, porque sólo pueden hacer ofrendas los bautizados en comunión con la Iglesia. Tiene un significado eucarístico, porque los dones se presentan para ser consagrados en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Tiene un significado antropológico: ese ofrecimiento de los frutos más representativos del trabajo del hombre significa el ofrecimiento de cada fiel en concreto, de su vida, de su trabajo, de sus ilusiones. Tiene un significado social: no son ofrendas sólo individuales, sino de toda la Iglesia.
Mientras se presentan los dones se tiene el canto de la Antífona del Ofertorio, que se omite si no se canta.
Si hay canto, el Sacerdote dice en secreto las oraciones de presentación de las ofrendas. Si no hay canto, las recita en voz alta y los fieles las concluyen con la aclamación: Bendito seas por siempre, Señor.
Antes de presentar el vino se depositan en el cáliz unas gotas de agua. Es un rito antiquísimo, porque parece que así lo hizo Nuestro Señor. El agua simboliza a los fieles y el vino a Cristo. La mezcla de vino y agua simboliza la unión de nuestra naturaleza humana con la naturaleza divina de Cristo. También simboliza el agua y la sangre que brotaron el costado de Cristo al ser traspasado con la lanza.
Después de hacer el Sacerdote la oración de presentación de las ofrendas, puede incensar los dones y el altar.
Esa incensación de las ofrendas y del altar mismo simboliza que la oblación y la oración de la Iglesia suben a Dios como el incienso. Es una reverencia anticipada al Cuerpo y Sangre de Cristo, que pronto se harán presentes
El sacerdote se lava las manos en señal del deseo de purificación interior; y concluye la preparación con una invitación: Orad, hermanos, para que este sacrificio mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre Todopoderoso, que tiene una respuesta de la asamblea: El Señor reciba de tus manos este sacrificio para alabanza y gloria de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
El Sacerdote dice o canta la oración sobre las ofrendas, final de esta liturgia preparatoria. El pueblo responde Amén.
2. Plegaria Eucarística.
a. Acción de gracias -Prefacio-,
Esta parte está integrada por el Prefacio, en que el Sacerdote "en nombre de todo el pueblo santo, glorifica a Dios Padre y le da las gracias por toda la obra de la salvación o por alguno de sus aspectos particulares, según las variantes del día o del tiempo".
b. Aclamación -Santo-,
El Santo es una aclamación triunfal que hace todo el pueblo con el Sacerdote. Puede cantarse.
c. Invocación -Epiclesis-,
El nombre viene del griego: epicaleo, apicalumai; significa invocar, llamar.
Es una invocación del poder divino sobre los dones del pan y vino que han ofrecido los hombres, para que se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo.
d. Narración de la Institución -Consagración-Anáforas-,
La Anáfora constituye la parte esencial de la Misa, que se titula en la estructura general oración eucarística; corresponde al Canon del Misal Romano.
Anáfora es una palabra griega que indica la acción de elevar, la actitud de levantar la ofrenda con las manos.
e. Recordación -Anámnesis-,
Inmediatamente después de la elevación de la hostia y del cáliz consagrados, el Sacerdote suscita la Anámnesis, -aclamación- de los fieles, con las palabras: hermanos, éste es el Sacramento de nuestra fe. Se recuerda la pasión, resurrección y Ascensión de Cristo.
La respuesta es una verdadera aclamación de la asamblea que se sabe unida con el celebrante y acepta a nivel comunitario la nueva alianza, que se está celebrando.
Hay cuatro textos diferentes:
1. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
2. Cada vez que comemos de este pan y debemos de este cáliz anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vueltas.
3. Por tu Cruz y resurrección, nos has salvado, Señor.
4. Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado, Cristo vendrá de nuevo.
f. Oblación,
En este momento se realiza de presentación "por la que la Iglesia, en este memorial, sobre todo la Iglesia aquí y ahora reunida, ofrece al Padre, en el Espíritu Santo, la hostia Inmaculada. La Iglesia pretende que los fieles no sólo ofrezcan la hostia Inmaculada, sino que aprendan a ofrecerse a sí mismos, y que de día en día perfeccionen por la mediación de Cristo, la unidad con Dios y entre sí, de modo que se realice aquello de DIOS TODO EN TODOS".
g. Intercesiones -Conmemoraciones-,
La Eucaristía se ofrece por toda la humanidad. Aquí se repiten las intenciones generales y particulares de la oblación.
La celebración es de toda la Iglesia celeste y terrena en Cristo. Por eso hay aquí una petición por todos los vivos y difuntos, y se pide la intercesión de la Virgen Santísima, de los apóstoles, de los santos, para formar coro de alabanza y una gran petición universalista que desemboca en la doxología.
h. Doxología,
Terminan las Anáforas cuando el sacerdote eleva la hostia y el cáliz y hace una Doxología -alabanza-, diciendo:
Por Cristo de, con El y en El, a Ti, Dios Padre Omnipotente en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
Durante la Plegaria Eucarística no se deben recitar oraciones o ejecutar cantos, tocar el órgano, etc. Al proclamar la Plegaria Eucarística el sacerdote debe pronunciar claramente el texto, facilitando su comprensión a los fieles. Lo que se recomienda es que el sacerdote cante el Prefacio, anámnesis, consagración y epíclesis, según las melodías aprobadas por la autoridad competente.
3. Rito de Comunión.
La participación de los fieles en la misa llega a la plenitud y perfeccionamiento cuando comulga el Cuerpo y Sangre de Cristo en su Misa.
Y es la Comunión dentro y no dentro de la Misa, la que da esa expresión de participación en función del sacrificio-banquete. Oblación a Dios y comida para enriquecer la vida espiritual en el banquete Pascual.
Insistimos en que la más verdadera y efectiva participación de los fieles en la Misa, no es el canto, o el escuchar la palabra de Dios, o el hecho de formar la asamblea orante, sino el recibir a Jesucristo en su realidad de alimento eucarístico.
El rito de comunión comienza con la invitación para rezar el Padrenuestro. Durante el Padre Nuestro todos los sacerdotes concelebrantes extienden las manos, como el celebrante principal. Todos juntos, el sacerdote y la Asamblea, recitan esta oración que Cristo nos enseñó. Es la mejor manera de prepararse para recibir la Sagrada Comunión.
Rito de la paz.
Sigue el Rito de la paz por el cual los fieles se expresan mutuamente la caridad. El sacerdote desea la verdadera paz a todos, invitando a la Asamblea a manifestar ese mismo sentimiento. Ese gesto puede ser: darse la mano, inclinar la cabeza o un abrazo. Es un gesto de comunión, no de felicitación. Debe ser un gesto verdadero. No hay ninguna fórmula. La paz que se desea ha de entenderse en el sentido bíblico-teológico: compendio de todo bien, fruto del Espíritu Santo quien lleva a los fieles al amor a Dios y a los hermanos.
Fracción del pan.
El sacerdote toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena y deja caer una parte del mismo en el cáliz, diciendo en secreto: El Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimentos de vida eterna.
Comunión.
El sacerdote hace una genuflexión, toma el pan consagrado y sosteniéndolo sobre la patena, lo muestra al pueblo diciendo: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor. A Jesús se le llama Cordero a semejanza de los corderos que se sacrificaban en el Templo, pero con una gran diferencia: los corderos del Templo no quitaban el pecado del mundo, en cambio el “Cordero de Dios” quita el pecado del mundo. Antes de comulgar decimos el “Señor no soy digno...” usando las palabras del centurión de Cafarnaún cuando se reconocía indigno de recibir a Jesús en su casa.
Oración final.
Reza el Sacerdote una última oración que cierra la celebración y recuerda la idea particular de la Misa que se acaba de celebrar. Se pide la ayuda de Dios para todos los que han tomado parte en la Eucaristía, para que Dios les ayude en su vida diaria. El Amén del pueblo expresa la confianza en la misericordia de Dios
4. RITO DE DESPEDIDA
Hay dos despedidas: la despedida de los fieles, con una frase sencilla: podéis ir en paz y la despedida del altar, símbolo de Cristo. El celebrante principal lo venera mediante un beso, como al principio. Es una expresión de amor y veneración de toda la Iglesia a Cristo.
La fórmula Podeís ir en paz indica que se trata de una misión. Los fieles responden: Demos gracias a Dios.
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