“Cordero de dios que quitas el pecado del mundo” inspirado en las palabras del Bautista al saludar al redentor, y con acentos de gloria y alabanza tomados del Apocalipsis.
Al principio fue un canto litánico que se repetía mientras durase el rito al que acompañaba.
En el siglo XI se limitó a tres el número de invocaciones.
El texto del “Cordero de Dios”
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
Es un canto para acompañar el gesto de la Fracción del Pan, lo cantaba el pueblo con estilo litánico, su melodía más antigua es sencilla.
Hacia el siglo X, se empezó a usar partículas, formas pequeñas, por lo que el canto perdió sentido y se adaptó para acompañar el rito de la paz y la comunión.
Llego a usurpar el lugar de la antífona de comunión que quedaba como segundo canto de comunión.
Por eso se simplificaron en tres invocaciones.
Hoy se quiere recuperar el estilo litánico y su sentido.
¿Cómo desarrollar la fracción del pan?
El rito recobraría sentido si en lugar de consagrar formas pequeñas consagramos formas grandes y las tenemos que fraccionar.
No es canto exclusivo del coro pero sí tendría cabida una polifonía “homofónica” que respete el lugar del pueblo.
El “Cordero de Dios”, un canto Cristológico
El título cristológico de Cordero de Dios va ligado al testimonio de Juan el Bautista (Jn, 1 29-36) el texto que sirve de base es el cuarto canto del Siervo de Yahvé (Is 53,7) el texto hebreo que traduce la palabra cordero puede significar también “siervo”, “niño”. “Siervo de Dios” era un título habitual en la comunidad primitiva (Hch 3,13; 4,27,30).
La humildad del título pudo ser la causa de la traslación del sentido de “siervo” por el de “cordero”. Pedro compara a Cristo con un cordero preparado para el sacrificio (1 Pe 1,19)
La comparación de Jesús con el Cordero Pascual esta explícita en Pablo (1 Cor 5,7)
El Cordero es la víctima de la Pascua nueva (1 Cor 5,7). Se hace nuestro alimento y se convierte así en el centro de la liturgia celeste y terrestre; mientras la Iglesia celeste le dirige sus himnos de victoria, la Iglesia terrestre hace subir hacia Él sus súplicas para obtener el perdón de los pecados, pues Cristo, el Señor, es “El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. A Él le suplicamos que, purificados de nuestros pecados, nos dé la paz.
Breves notas catequético - pastorales
• Una letanía que dice quienes somos. Repitiendo la invocación Cordero de Dios, los fieles redescubren que son objeto de un amor infinito (Gal 2, 20)
• El Pan es repartido para significar “que nosotros, que somos muchos, en la comunión de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo” (OGMR 83).
• Para entonar la letanía, esperamos que termine el gesto de la paz y comience la fracción, según la OGMR es la duración de la fracción del pan la que determinara el número de invocaciones. La última terminará siempre con “Danos la paz”.
• No es correcto sustituir el Cordero de Dios por los llamados “cantos de paz”, no podemos convertir el gesto de expresar la paz en el “recreo” de la misa. Sería una lástima perder el estilo litánico del canto del Cordero de Dios.
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