Las denominaciones, al menos en el sector de la
liturgia de que nos ocupamos, manifiestan la óptica con que se vio la Liturgia
de las Horas en los diferentes momentos culturales.
1. LITURGIA DE LAS HORAS. Es el nombre del oficio
divino editado por primera vez en 1959, acogido sucesivamente en diferentes
publicaciones, escogido como altamente expresivo por las comisiones del Consilium
para la puesta en práctica de la constitución Sacrosanctum concilium y consagrado
finalmente por los documentos y por la edición oficial.
Liturgia, por ser parte del culto público de la iglesia (SC 83-101),
pertenecer a todo el cuerpo eclesial, manifestarlo e implicarlo (SC 26; 1165
Liturgia de las Horas OGLH 20); de las Horas, por ser esencialmente
oración destinada a santificar las horas del día y de la noche, es decir, todo
el tiempo (SC 84; OGLH 10).
2. OFICIO DIVINO. Adopta este nombre, junto con el
anterior, el ordenamiento posconciliar (cf OGLH 2, etc.). Antiguamente
designaba cada uno de los actos cultuales; luego se limitó a la oración
litúrgica de la iglesia. A veces se quiso ver subrayada en él la obligación
canónica (del latín officium, deber).
3. BREVIARIO. Este nombre está abandonado ahora,
porque ponía de manifiesto un aspecto que sólo es ocasional y totalmente
exterior. Venía de breviarium, equivalente de sumario, compendio,
abreviación, síntesis, codificación de libros, y había surgido principalmente
por el hecho de que en la baja edad media comenzaron a reunirse en uno solo los
diferentes libros manuscritos necesarios para el rezo coral, lo cual implicaba reducciones
notables de algunos componentes, o por lo menos la simple indicación de su incipit.
4. OTROS NOMBRES. Entre los autores o en los
documentos circulaban expresiones como: cursus, preces horariae, opus Dei,
pensum servitutis, horae canonicae. En el rito bizantino se designa con el
término Horologion al libro del oficio divino: obvia referencia al
carácter horario de esta oración.
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