Il progetto di una chiesa edificio è complesso e articolato. Esso si fonda sulla concezione del culto divino che tale spazio accoglie e manifesta. Corrispondendo alla logica dell’incarnazione, per cui le realtà spirituali trovano espressione in quelle sensibili, il luogo sacro è il rivestimento corporale dell’azione liturgica; esso è «simbolo iconico» della Chiesa che si ritiene «corpo mistico» di Cristo. Ne discende che l’impostazione di una chiesa edificio muove dalla concezione ecclesiale dello spazio di culto. Questa è soggetta al divenire tanto rituale quanto culturale. Il primo è dovuto alla diversa riflessione della Chiesa a livello teologico, ecclesiologico, liturgico, spirituale, tenendo presente comunque la perennità delle linee di fondo; il secondo alla diversa compagine psicologica, sociale, culturale. Tenendo presente i due fronti si attiva l’impegno di una corretta inculturazione della fede nell’azione rituale. Tale impegno è primario per la committenza e va assunto dai progettisti.
La Igleisa necesita de santos, lo sabemos, y ella necesita también de artistas hábiles y capaces; los unos y los otros, santos y artistas, son testimonio del espíritu que vive en Cristo (Pablo VI Carta a los miembros de la Comisión Diocesana de Arte Sacra. 4 de junio de 1967).
domingo, 26 de diciembre de 2010
RELAZIONE DEL LITURGISTA

PRESBITERIO E CROCIFISSO
Lo spazio liturgico della chiesa esprime un’ecclesiologia, cioè corrisponde all’idea teologica che la stessa Chiesa ha di sé stessa. Di fatto nel corso della storia della Chiesa non si è avuto un unico modello di spazio liturgico.
Ad esempio, nella seconda metà dell’800 si era giunti ad un modello quasi ovunque unico di spazio liturgico: l’altare maggiore con il tabernacolo collocato verso la parete dell’abside; altri due altari alle pareti terminali delle navate laterali, a fianco del presbiterio; quest’ultimo separato dalla navata da una balaustra per la comunione.
EL AMBÓN
La dignidad de la Palabra de Dios exige que para la proclamación de las lecturas bíblicas haya un ambón estable dispuesto de tal manera que los fieles puedan ver y escuchar. Es como la tribuna para la lectura de la Ley en la reconstrucción de Jerusalén. Es el monumento a la Palabra de Dios, que convoca a su pueblo en asamblea para renovar la Alianza. Es el lugar mimético del anuncio fundante de la fe, por tanto, la simbolización del sepulcro vacío en la mañana de Pascua.
La palabra ambón deriva del griego anabaino, que quiere decir: subir, ascender. Posiblemente este elemento tiene sus antecedentes en al antiguo testamento, o en la sinagogas hebraicas. Recuerda el cenáculo, lugar alto donde fue la Cena y Pentecostés, o la santa montaña: Sión, el Sinaí, el Tabor. Es elevado, porque el anuncio salvador desciende de lo alto.
LA SEDE
La sede no es un asiento utilitario, sino el lugar permanente desde donde se preside la asamblea. Por lo tanto, es signo de Cristo, sumo y eterno sacerdote, que preside la asamblea; y es signo también de la jerarquía que actúa permanente en la comunidad, presidiéndola en nombre de Cristo. La Sede es única, de cara a la comunidad, con fácil comunicación, fija, visible para los fieles. No igualada con otros asientos, ya que la sede es única, porque uno es el presidente que actúa en nombre de Cristo, asumiendo en sí el sacerdocio de todos. Se debe buscar que esté cercana a los fieles y que no se interponga visualmente entre la comunidad y el tabernáculo.
LA CRUZ
El Crucifijo, con el altar, el ambón y el Sagrario, son los principales objeto del presbiterio. Porque «Il Signore è il punto di riferimento. È lui il sole nascente della storia». Nos recuerda que en el altar se ofrece el mismo Sacrificio del Calvario. Es, pues, un objeto litúrgico, no un adorno. Dice la Escritura : «Mirarán al que traspasaron» (Jn 19,37). Y Jesús dijo: «Cuando Yo sea levantado hacia lo alto, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12,32).
No debe ser una Cruz sin crucifijo. No es para la devoción personal, sino anuncia que la Misa es el mismo Sacrificio del Calvario. En la Cruz se unen el cielo y la tierra, lo horizontal y lo vertical, la alabanza que brota de los hombres y la santificación que desciende desde Dios. Y es el centro desde el cual quedan benditos los cuatro ángulos del mundo. Mediante la cruz Cristo reconcilió a judíos y gentiles y los reunió en un solo Cuerpo dando muerte en Él al odio: «Así creó con los dos pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz, y los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona» (Ef 2,15-16).
EL ALTAR
El altar (altar = altius) es el punto de partida para la construcción de toda la capilla y el elemento unificante del presbiterio y todo el espacio litúrgico. Este debe ser «el centro hacia el cual convergen espontáneamente la atención de los fieles». El nombre altar viene de alta ara, que significa: lugar elevado de sacrificio. Es el vértice de la montaña santa y el punto de convergencia del centro del universo que representa el templo. Es la simbolización de la Mesa de la última Cena, que fue sacramento del Calvario. Es el lugar del memorial del Sacrificio del Cristo total, cabeza y miembros, esposo y esposa. El altar no es un accesorio, un mueble o un elemento decorativo, sino el centro arquitectónico del templo, constituido por la Mesa del Sacrificio Eucarístico y su espacio. Es el punto de referencia de todo el templo, pues en él se realiza el Sacrificio Eucarístico y el Banquete Sagrado. La centralidad del altar con relación al templo refleja la centralidad de Cristo en la asamblea litúrgica y en el mundo.
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