jueves, 16 de febrero de 2012

LA PREPARACIÓN PARA SERVIR COMO LECTOR

Como el lector tiene una posición importante como proclamador de la Palabra de Dios, es importante que no solo sea capaz de realizar las responsabilidades del ministerio, sino también las de prepararse dedicadamente para su servicio a Dios y a la Iglesia. Esta preparación debe ser de dos formas: preparación previa, y preparación inmediata.


Preparación Previa
Una de las responsabilidades del lector, en adición a proclamar la Palabra de Dios, es tener conocimiento y familiarizarse con las Escrituras practicando su capacidad de proclamar la Palabra de manera que la asamblea cristiana crezca al recibir el mensaje. Esta preparación debe ser, principalmente, por medio del esfuerzo del lector utilizando su oración durante el estudio de la Sagrada Escritura, leyendo la Escritura frecuentemente. Segundo, esta preparación consiste en aprender técnicas de vocalización usando su voz humana de una manera entonada, modulada y con el timbre de voz adecuado para comunicar el significado de la Sagrada Escritura. La preparación puede realizarse en su parroquia, desarrollando y mejorando sus habilidades de proclamación.
Preparación Inmediata
Antes de comenzar la Santa Misa, el lector se debe familiarizarse con las lecturas que va a leer. Esta preparación requiere el estudio previo de las Escrituras que serán proclamadas, entendiendo el contenido de la Escritura de acuerdo al año litúrgico y las otras lecturas del día. Debería de haber leído la Escritura con anticipación y debe evitar el sentido dramático, manteniendo una proclamación profunda.
Presentación Personal
La meta del lector es ayudar a la asamblea a encontrar a Dios en su Palabra. Todo lo que el lector hace durante la proclamación debería ayudar a dirigir la atención de los fieles a Dios, y no a ellos mismos. Esto quiere decir que la presencia del lector no debería distraer a la asamblea de la lectura de la Palabra de Dios, pero sí, expresar la dignidad de la proclamación, y el respeto que el lector le da a su ministerio. Mientras el estándar de presentación cambia según la comunidad y los tiempos, la presentación del lector no debe distraer, y debe responder a la dignidad de la Iglesia y la Palabra de Dios. Los párrocos pueden instituir sus propias normas para la presentación de sus lectores, para asegurar que este ministerio sea llevado con la modestia y decoro apropiado.

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