domingo, 26 de febrero de 2012

LA RELACIÓN COMITENTE-ARQUITECTO ARTISTA


Se hace necesaria una consiguiente especificación. Entre las dos posturas extremas: dejar al técnico artista toda decisión o predeterminar por parte de las comisiones eclesiásticas competentes los modelos unívocos, se ve la conveniencia de reconsiderar juntos, comunidad local y artistas —como momento de madurez de la comunidad y de concienciación del artista—, la doctrina teológica sobre la iglesia; con lo que se consigue la individuación no de espacios ni de formas, sino de contenidos, de significados de las presencias y de las específicas exigencias locales que puedan constituir la base del programa edilicio a cuya realización concurren de igual manera la intuición, la creatividad, la sensibilidad del artista —correlativas a los vínculos internos y externos del programa mismo— dentro de un proceso unitario formativo de la obra. La comunidad local, las comisiones diocesanas y la central sobre el arte sacro podrán después comprobar, dentro de esa correcta relación, la pertinencia y la calidad de la respuesta artística.

Las experiencias recientes. Para comprobar las consideraciones que nos hemos venido haciendo hasta aquí, resultaría casi imposible remitir a obras arquitectónicas ubicadas en distintas ciudades. Tales obras, por lo demás, se prestarían a ser interpretadas a través de las simplificaciones convencionales de sus plantas, de su secciones, de sus fachadas; ahora bien, sólo un experto o perito puede apreciar en tales representaciones el valor del espacio arquitectónico resultante y de su significado; por otra parte, en casi todas las publicaciones se representa el edificio-iglesia sin contar con el ámbito edificado circundante ni con las relaciones espaciales y el significado que con su presencia viene a tener la obra en una concreta instalación humana; si, finalmente y por otra parte, se llega a dar imágenes del espacio interior, éste aparece siempre inexplicablemente vacío. Es, pues, más útil consultar los resultados de los concursos en que los artistas como grupo y con la colaboración de teólogos y liturgistas han tratado de dar una respuesta personal, pero sobre todo eclesiológica.
El descubrimiento más importante de las propuestas arquitectónicas que durante estos últimos años han venido madurando es la enorme diferenciación espacial y formal de cada realización, con el consiguiente desconcierto de quien, buscando soluciones unívocas y loables, está llamado a juzgar o, incluso, a intervenir en la programación y realización de un conjunto religioso.
Ante el intento de superar al menos en parte las dificultades, puede resultar útil deducir de todo lo anteriormente expuesto una serie de indicaciones que puedan servir de orientación, ya en la interpretación crítica de las recientes realizaciones, ya en la programación de las nuevas domus ecclesiae. Cada interesado podrá así adquirir y comprobar, en situaciones concretas, todas aquellas referencias de orden particular y local, necesarias para comprender el significado de la obra.
De E. Abruzzini
Nuevo Diccionario de Liturgia – Ediciones Paulinas

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