La LH, en cuanto oración esencialmente horaria,
consagra todo el tiempo (SC 84; 88; OGLH 10). Pero ¿qué son el
tiempo y las horas sino las realidades cósmicas en su duración, en el sucederse
imperceptible de los instantes fugitivos de su existencia y de su curso, a los
que el hombre, con criterios diversos, trata de imponer una medida? El tiempo
no tiene una sustancia: según Aristóteles y santo Tomás, es la medida de ese
devenir cósmico según un antes y un después que afecta a toda criatura, y al
que sólo el eterno se sustrae. Por eso la LH santifica el mundo en su
despliegue.
La Igleisa necesita de santos, lo sabemos, y ella necesita también de artistas hábiles y capaces; los unos y los otros, santos y artistas, son testimonio del espíritu que vive en Cristo (Pablo VI Carta a los miembros de la Comisión Diocesana de Arte Sacra. 4 de junio de 1967).
viernes, 10 de febrero de 2012
EL ÁRBOL DE JESÉ

Este motivo se encuentra ya a
fines del siglo XI en una miniatura del Evangeliario de Vysehrad, en Praga, y
vuelve a hallarse en numerosos manuscritos litúrgicos alemanes. Del campo de
las miniaturas pasa a la escultura monumental, a las vidrieras y a la pintura.
Es posible que el tema naciera en Oriente.
Jesé está siempre representado
con los rasgos de un anciano de barba blanca. Casi siempre está acostado, en
actitud de meditación o durmiendo, pero también existen ejemplos en los que
está sentado o en pie. En esta variedad hay que tener en cuenta la forma del
soporte, que en algunos casos es marcadamente vertical.
El árbol sale de su corazón,
de su cintura, de su cabeza o de su boca. Este árbol puede tomar forma de
rosal, vid, lirio, aunque lo más frecuente es que se trate de un árbol frutal.

Al principio, quien siempre
ocupaba la cima del árbol era Cristo en Majestad, aureolado con siete palomas
místicas representativas de los dones del Espíritu Santo. A partir del siglo
XIII, con el auge del culto a la Virgen, María sustituye a su Hijo en la cima
del árbol y Jesús se convierte en un niño en los brazos de la Virgen. Esta
exaltación de la Virgen está estrechamente relacionada con la doctrina de la
Inmaculada Concepción. El árbol de Jesé se convierte en uno de los símbolos
predilectos de la Inmaculada Concepción.

Fuente: Iconografía del arte
cristiano, de Louis Réau.
LA COMUNIÓN

Para responder a esta invitación,
debemos prepararnos para este momento tan grande y santo. San Pablo
exhorta a un examen de conciencia: "Quien coma el pan o beba el cáliz del
Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese,
pues, cada cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come y
bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo" ( 1 Co
11,27-29). Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el
sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar.
SANTO E’ IL TEMPIO DI DIO CHE SIETE VOI

Il tempio fatto di pietre è infatti segno e strumento
della nostra comunione con Cristo Signore, tempio vero e perfetto della
nuova alleanza, e della nostra appartenenza alla Chiesa, essa stessa tempio di
Dio, tempio edificato con pietre vive, nel quale viene adorato il Padre in
Spirito e verità (Gv 4,23).
Suscribirse a:
Entradas (Atom)