La Eucaristía, en cuanto misterio de fe, compromete cotidianamente,
probablemente más que otros misterios, la fe personal y eclesial. De
hecho, cada día nos encontramos con este misterio en la celebración eucarística,
como sacerdotes y como simples cristianos; a diferencia de otros sacramentos,
que se reciben de una vez para siempre (bautismo, confirmación, orden
sacerdotal), o de tanto en tanto, como la penitencia, o de otras verdades de fe,
que quedan lejanas de nuestra consideración inmediata, la Eucaristía exige de
nosotros, por el contrario, un acto de fe cotidiano y
renovado.
La Igleisa necesita de santos, lo sabemos, y ella necesita también de artistas hábiles y capaces; los unos y los otros, santos y artistas, son testimonio del espíritu que vive en Cristo (Pablo VI Carta a los miembros de la Comisión Diocesana de Arte Sacra. 4 de junio de 1967).
sábado, 17 de marzo de 2012
MISTERIO DE LA FE
La Eucaristía, en cuanto misterio de fe, compromete cotidianamente,
probablemente más que otros misterios, la fe personal y eclesial. De
hecho, cada día nos encontramos con este misterio en la celebración eucarística,
como sacerdotes y como simples cristianos; a diferencia de otros sacramentos,
que se reciben de una vez para siempre (bautismo, confirmación, orden
sacerdotal), o de tanto en tanto, como la penitencia, o de otras verdades de fe,
que quedan lejanas de nuestra consideración inmediata, la Eucaristía exige de
nosotros, por el contrario, un acto de fe cotidiano y
renovado.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)