sábado, 10 de noviembre de 2012

LAS ACLAMACIONES EN LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA



En la antigüedad las aclamaciones eran los gritos con los cuales las personas, generalmente reunidas en asamblea, manifestaban su aprobación por una cosa o por alguien. En la antigua Roma se llamaba aclamación la ceremonia decretada al general vencedor, y después, la elección del emperador por parte de las tropas, a vivo voz y sin recurso al voto. Este uso permaneció hasta hace poco tiempo, también como forma de elección del Romano Pontífice.



Las aclamaciones litúrgicas son, en cambio, breves formulas reservadas a la asamblea  para responder a las oraciones, a las lecturas, a la moniciones durante los sacros misterios. Al saludo del sacerdote: “El Señor esté con ustedes”, se responde con la aclamación: “y con tu espíritu”.
La aclamación “Amen”, era ya usada en la sinagoga, para expresar la propia aprobación a la oración solemne (Justino, I Apol. 65, 3-4) y a la eucaristía. Esta es una de las pocas palabras del hebreo que no han sufrido cambios, por la excepcionalidad de la frecuencia sobre la boca del Salvador (28 veces en Mt, y duplicada 26 veces en Jn); su raíz del verbo aman, la relaciona al verbo “reforzar” o “confirmar”. En la LXX es traducida como genoito, y en la vulgata como Fiat. El Talmud afirma que Amen no se usaba en el templo, sino solo en la sinagoga. Su uso en la liturgia es explícito en I Cor 14,16.
La Didaje, hace referencia al Amen una sola vez y en relación con maranatha, como una especie de jaculatoria de la asamblea.
La oración de San Policarpo, antes del martirio, se concluye con el Amen. En la Constitución Apostólica solo tres veces es claramente indicado el Amen de la asamblea, después del Trisagion, después de la Oración de Intercesión, y al momento de recibir la Eucaristía. Serapión testimonia que en el siglo IV, todas las oraciones de la anáfora concluían con el Amen.
La Congregación de los Ritos (n. 3014, 9 Giugno 1853) la ha inexplicablemente cancelada de la formula bautismal, mientras permanece en Oriente. 
El valor numérico de las letras griegas del Amen es de 99: A=1; M=40; E=8; N=50.
En la liturgia romana se usa el Aleluya (cf Ap 19,1-6) como aclamación que precede la lectura del Evangelio (exceptuando en la cuaresma).
“Demos gracias a Dios” y “Gloria a Ti Señor Jesús” son aclamaciones que realiza la asamblea luego de escuchar la lectura de la Palabra de Dios. “Demos gracias a Dios” es de origen benedictino. Generalmente cuando el portero recibía una huésped, lo hacía recitando esta expresión. “gloria a Ti Señor Jesús” es de origen galicana y se inspira a las liturgias orientales.
El Sanctus es un canto, pero puede ser considerado una aclamación que cierra el prefacio y anticipa la proclamación de la gloria de Dios con los ángeles. La parte exclamatoria es “Hosanna in exclesis”, que precede y sigue el versículo del “Bendito sea el que viene”, agregado en tiempos de Cesario. La Constitutiones Apostolorum (VIII, 13) lo ponen en la comunión.
Aclamaciones reciente han sido agregadas después de la institución eucarística en el canon romano y en los otros formularios para la celebración de la Santa Misa.

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