domingo, 29 de abril de 2012

EL FENÓMENO DE LAS PLEGARIAS EUCARÍSTICAS "LIBRES": SIGNIFICADO Y PERSPECTIVAS

Una consideración específica del fenómeno de la proliferación de plegarias eucarísticas, incluso sin pretensiones de ser completos, sino con la intención de captar los más significativos indicios de tendencia que en tal fenómeno se van manifestando, no se justifica en una lógica de simple documentación; al afrontar el tema, ni siquiera queremos atribuir demasiada importancia a un capítulo que la valoración más serena no puede calificar ni de central ni de prioritario. Si juzgamos tal fenómeno merecedor de profundización, es porque en él se han ido manifestando consideraciones de carácter fundamental que tocan de cerca algunas de las componentes más discutidas a nivel de estudio.
La inflexión registrada por la literatura que ha examinado críticamente el problema es un primer dato significativo. De un juicio inicial, que tiende a considerar el fenómeno del continuo multiplicarse de textos de plegarias eucarísticas como un capítulo transitorio debido a la moda de un momento 26, se pasa a fases sucesivas, en las que la lectura del problema se pone en relación con los criterios de fondo de la reforma misma. Más en particular, podemos notarel surgir de diversos aspectos relevantes. Uno es de orden celebrativo: ¿cómo hacer más intensa y verdadera la participación de toda la asamblea en la celebración y también en el momento culminante de la plegaria eucarística? ¿Es posible que, en la perspectiva de la consecución de un valor como éste, tal plegaria asuma una estructura más dialógica?
Mucho más amplio es el debate en el plano propiamente teológico. Se confirma, ante todo, la plena legitimidad del fenómeno, que, en último término, puede ponerse en relación con la historicidad misma de la celebración cultual realizada por la iglesia as. Con idéntico rigor, sin embargo, se subraya la exigencia de la fidelidad a contenidos considerados imprescindibles, en profunda continuidad con el significado que Cristo ha conferido a la cena eucarística; ello surge, por lo demás, de una lectura teológica del dato de la tradición que sepa captar los valores de fondo, más allá de la multiplicidad de las formas según las cuales la plegaria eucarística se encarna.
Esta tarea se debe llevar hasta alcanzar una precisión sustancialmente definitiva respecto del tema de la estructura que la plegaria eucarística habrá de tener; bajo esta perspectiva, si es unánime la orientación de atribuir una autoridad real al esquema propuesto por la reforma (cf OGMR 54-55), aparece también la tendencia a considerar que no todos los elementos del mismo deban estar siempre presentes en toda anáfora.
La atención prevalente se centra, más que en la completez material, en la inspiración eucarística de la plegaria y en su unidad interna, capaz de conferir significado a todos los elementos que la componen.
No es tan fácil moverse dentro de la producción de plegarias eucarísticas libres y reconducir a unidad elementos y orientaciones muy heterogéneos entre sí. Aparte del aspecto propiamente disciplinar de la cuestión —también este capítulo, por la importancia de los valores en juego, merecería atenta consideración—, puede resultar útil, para un estudio adecuado, el intento de individuar los criterios y las intenciones que se encuentran en el origen de estas composiciones. A través del análisis de un muestreo discretamente representativo hemos conseguido individuar la presencia de algunas líneas de fondo. A veces los textos de plegarias eucarísticas nacen en relación estricta con personalidades y experiencias específicas: es el caso de la producción de H. Oosterhuis, poeta holandés, en quien son prioritarias la atención al lenguaje y el empeño de reformular con formas nuevas y culturalmente significativas los grandes temas teológicos, enriquecidos, a su vez, por una visión eclesiológica renovada.
En otros casos —y se trata, además, de los ejemplos más discutibles y susceptibles de muchos aspectos relevantes— prevalece la intención de expresar de forma más neta el sentido de la eucaristía, su validez política; ello se obtendría a través de una marcada relación con la historia concreta del hombre y de la comunidad que ora y con los problemas de la sociedad dentro de la que uno y otra se encuentran. En otras expresiones —también ellas atentas al problema del lenguaje y a la búsqueda de una perspectiva eficaz de actualización de la oración— se quiere establecer, en cambio, una conexión más estrecha entre la plegaria eucarística y el desarrollo del año litúrgico; el memorial eucarístico se ilumina y profundiza a la luz de múltiples aspectos que componen el misterio global de Cristo celebrado a lo largo del año, y su significado para la iglesia en camino se va enriqueciendo poco a poco. Merece ser recordada también una última tendencia, en la que se asume como criterio prioritario la relación entre el texto de plegaria eucarística y la liturgia de la palabra propuesta por el leccionario en las celebraciones festivas; se considera, de este modo, que se debe asumir más de cerca el problema de la unidad de la celebración eucarística, también en el sentido de poner de manifiesto las conexiones temáticas entre la palabra, la oración, la acción de gracias.
F. Brovell

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