El origen de la bendición de los santos óleos y del
sagrado crisma es de ambiente romano, aunque el rito tenga huella galicana.
Parece que hasta el final del s. VII, la bendición de los óleos se hacía
durante la cuaresma, y no el jueves santo. El haberla fijado en este día no se
debe al hecho de que el jueves santo sea el día de la institución de la
eucaristía, sino sobre todo a una razón práctica: poder disponer de los santos
óleos, sobre todo del óleo de los catecúmenos y del santo crisma, para la celebración
de los sacramentos de la iniciación cristiana durante la vigilia pascual. Sin
embargo, no se debe olvidar que este motivo de utilidad no resta nada a la
teología de los sacramentos, que los ve a todos unidos a la eucaristía.
La Igleisa necesita de santos, lo sabemos, y ella necesita también de artistas hábiles y capaces; los unos y los otros, santos y artistas, son testimonio del espíritu que vive en Cristo (Pablo VI Carta a los miembros de la Comisión Diocesana de Arte Sacra. 4 de junio de 1967).
sábado, 24 de marzo de 2012
viernes, 23 de marzo de 2012
LA EUCARISTÍA EN LA ANALOGÍA DE LOS MISTERIOS

Con la teología trinitaria. Son muchas las relaciones
de la Eucaristía con la Trinidad. Es el don del Padre, la presencia del Verbo
encarnado, muerto y resucitado, la efusión del Espíritu Santo. En la celebración
litúrgica, la plegaria eucarística expresa, con toda su riqueza, el dinamismo
trinitario descendente y ascendente de la historia de la salvación que culmina y
se hace presente en la Eucaristía. Es un misterio que lleva en sí una
característica impronta trinitaria y la inscribe en el misterio de la Iglesia y
del cristiano, el cual accede a la plenitud de la vida trinitaria por la
Eucaristía, hecho partícipe de la divina naturaleza (UR 15).
jueves, 22 de marzo de 2012
COMUNIÓN BAJO LAS DOS ESPECIES

Hasta la sesión XXI (año 1562) no se llegó a
concretar el tema. La discusión, que ya había comenzado con el tema de la
presencia real, se aplazó hasta el último momento. La mayoría de los Padres
estaba de acuerdo en que no hay mandato divino que obligue a todos los fieles a
comulgar bajo las dos especies, sino sólo al sacerdote. Nadie negaba tampoco a la
Iglesia la facultad de introducir la comunión bajo una sola especie; lo que fue
discutido es la oportunidad de introducir la práctica de la comunión bajo las
dos especies y las condiciones con las que tal facultad habría de darse. La
mayoría de los Padres se inclinaba por la inoportunidad de la concesión del
cáliz a los laicos 24, pero rehusó tomar una decisión al respecto y se remitió
la cuestión al Papa. La doctrina de Trento se limitó a lo siguiente:
miércoles, 21 de marzo de 2012
LAS MISAS EN PRIVADO
Íntimamente relacionado con la misa en cuanto
sacrificio de Cristo y de la Iglesia, está el problema de las misas privadas,
que algunos han querido rechazar como carentes de sentido.
Ya la encíclica Mediator
Dei salió al paso de este problema, declarando en este sentido la
legitimidad de la celebración eucarística sin fieles, puesto que el sacrificio
eucarístico, «ciertamente por su misma naturaleza y siempre, en todas partes y
por necesidad tiene una función pública y social, pues el que lo inmola obra en
nombre de Cristo y de los fieles cristianos, cuya cabeza es el divino Redentor,
y lo ofrece a Dios por la Iglesia católica y por los vivos y difuntos.
martes, 20 de marzo de 2012
MARÍA, MUJER « EUCARÍSTICA »

Si queremos descubrir en toda su riqueza la relación
íntima que une Iglesia y Eucaristía, no podemos olvidar a María, Madre y modelo
de la Iglesia. En la Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae,
presentando a la Santísima Virgen como Maestra en la contemplación del rostro
de Cristo, he incluido entre los misterios de la luz también la institución
de la Eucaristía.(102)
Efectivamente, María puede guiarnos hacia este Santísimo Sacramento porque
tiene una relación profunda con él.
A primera vista, el Evangelio no habla de este tema.
En el relato de la institución, la tarde del Jueves Santo, no se menciona a
María. Se sabe, sin embargo, que estaba junto con los Apóstoles, « concordes en
la oración » (cf. Hch 1, 14), en la primera comunidad reunida después
de la Ascensión en espera de Pentecostés. Esta presencia suya no pudo
faltar ciertamente en las celebraciones eucarísticas de los fieles de la
primera generación cristiana, asiduos « en la fracción del pan » (Hch 2,
42).
lunes, 19 de marzo de 2012
DECORO DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
Quien lee el relato de la
institución eucarística en los Evangelios sinópticos queda impresionado por la
sencillez y, al mismo tiempo, la « gravedad », con la cual Jesús, la tarde de
la Última Cena, instituye el gran Sacramento. Hay un episodio que, en cierto
sentido, hace de preludio: la unción de Betania. Una mujer, que Juan
identifica con María, hermana de Lázaro, derrama sobre la cabeza de Jesús un
frasco de perfume precioso, provocando en los discípulos –en particular
en Judas (cf. Mt 26, 8; Mc 14, 4; Jn 12, 4)– una reacción
de protesta, como si este gesto fuera un « derroche » intolerable, considerando
las exigencias de los pobres. Pero la valoración de Jesús es muy diferente. Sin
quitar nada al deber de la caridad hacia los necesitados, a los que se han de
dedicar siempre los discípulos –« pobres tendréis siempre con vosotros » (Mt
26, 11; Mc 14, 7; cf. Jn 12, 8)–, Él se fija en el acontecimiento
inminente de su muerte y sepultura, y aprecia la unción que se le hace como
anticipación del honor que su cuerpo merece también después de la muerte, por
estar indisolublemente unido al misterio de su persona.
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