Por la misma
exigencia de orden práctico y en el mismo
período (finales del siglo X) comienzan
a aparecer libros que contienen todos
los elementos para la celebración de
la eucaristía (oraciones, lecturas,
cantos, ordo missae).
Se llama a ese libro Missale, o Liber missalis, o Missale plenarium.
La rapidez de difusión del Misal (con la consiguiente extinción gradual de
los sacramentarios) se debe al hecho de la multiplicación de las misas privadas, en que el celebrante decía todo, incluso lo que correspondía a los otros ministros. Esto continuará siendo normal incluso en las celebraciones comunitarias, en las que tales ministros estaban presentes. El
Misal es así el libro en que confluyen el Sacramentario, el Leccionario (de Murbach), el antifonario y los
primeros Ordines.
El
más importante es el llamado Missale secundum
consuetudinem curiae, que tuvo una gran
difusión por haberlo aceptado la orden de los Frailes
menores, que prácticamente lo llevaron en todas sus peregrinaciones
misioneras. Será el primer Misal impreso, como editio princeps, en Milán el año 1474.