Algunos de entre los fieles
laicos ejercen, recta y laudablemente, tareas relacionadas con la sagrada
Liturgia, conforme a la tradición, para el bien de la comunidad y de toda la
Iglesia de Dios. Conviene que se distribuyan y realicen entre varios las tareas
o las diversas partes de una misma tarea.
Además de los ministerios
instituidos, de lector y de acólito, entre las tareas arriba mencionadas, en
primer lugar están los de acólito y de lector con un encargo temporal, a los
que se unen otros servicios, descritos en el Misal Romano, y también la tarea
de preparar las hostias, lavar los paños litúrgicos y similares. Todos «los
ministros ordenados y los fieles laicos, al desempeñar su función u oficio,
harán todo y sólo aquello que les corresponde», y, ya lo hagan en la misma
celebración litúrgica, ya en su preparación, sea realizado de tal forma que la
liturgia de la Iglesia se desarrolle de manera digna y decorosa.
Se debe evitar el peligro de
oscurecer la complementariedad entre la acción de los clérigos y los laicos,
para que las tareas de los laicos no sufran una especie de «clericalización»,
como se dice, mientras los ministros sagrados asumen indebidamente lo que es
propio de la vida y de las acciones de los fieles laicos.
El fiel laico que es llamado
para prestar una ayuda en las celebraciones litúrgicas, debe estar debidamente
preparado y ser recomendable por su vida cristiana, fe, costumbres y su
fidelidad hacia el Magisterio de la Iglesia. Conviene que haya recibido la
formación litúrgica correspondiente a su edad, condición, género de vida y
cultura religiosa. No se elija a ninguno cuya designación pueda suscitar el
asombro de los fieles.
Es muy loable que se conserve
la benemérita costumbre de que niños o jóvenes, denominados normalmente
monaguillos, estén presentes y realicen un servicio junto al altar, como
acólitos, y reciban una catequesis conveniente, adaptada a su capacidad, sobre
esta tarea. No se puede olvidar que del conjunto de estos niños, a lo largo de
los siglos, ha surgido un número considerable de ministros sagrados.
Institúyanse y promuévanse asociaciones para ellos, en las que también
participen y colaboren los padres, y con las cuales se proporcione a los
monaguillos una atención pastoral eficaz. Cuando este tipo de asociaciones
tenga carácter internacional, le corresponde a la Congregación para el Culto
Divino y la Disciplina de los Sacramentos erigirlas, aprobarlas y reconocer sus
estatutos. A esta clase de servicio al altar pueden ser admitidas niñas o
mujeres, según el juicio del Obispo diocesano y observando las normas
establecidas.
REDEMPTIONIS
SACRAMENTUM
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