El pan que se emplea en el
santo Sacrificio de la Eucaristía debe ser ázimo, de sólo trigo y hecho
recientemente, para que no haya ningún peligro de que se corrompa. Por
consiguiente, no puede constituir la materia válida, para la realización del
Sacrificio y del Sacramento eucarístico, el pan elaborado con otras sustancias,
aunque sean cereales, ni aquel que lleva mezcla de una sustancia diversa del
trigo, en tal cantidad que, según la valoración común, no se puede llamar pan
de trigo. Es un abuso grave introducir, en la fabricación del pan para la
Eucaristía, otras sustancias como frutas, azúcar o miel. Es claro que las
hostias deben ser preparadas por personas que no sólo se distingan por su
honestidad, sino que además sean expertas en la elaboración y dispongan de los
instrumentos adecuados.
Conviene, en razón del signo,
que algunas partes del pan eucarístico que resultan de la fracción del pan, se
distribuyan al menos a algunos fieles, en la Comunión. «No obstante, de ningún
modo se excluyen las hostias pequeñas, cuando lo requiere el número de los que
van a recibir la sagrada Comunión, u otras razones pastorales lo exijan»; más
bien, según la costumbre, sean usadas sobretodo formas pequeñas, que no
necesitan una fracción ulterior.
El vino que se utiliza en la
celebración del santo Sacrificio eucarístico debe ser natural, del fruto de la
vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extrañas. En la misma celebración
de la Misa se le debe mezclar un poco de agua. Téngase diligente cuidado de que
el vino destinado a la Eucaristía se conserve en perfecto estado y no se
avinagre. Está totalmente prohibido utilizar un vino del que se tiene duda en
cuanto a su carácter genuino o a su procedencia, pues la Iglesia exige certeza
sobre las condiciones necesarias para la validez de los sacramentos. No se debe
admitir bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier género, que no
constituyen una materia válida.
REDEMPTIONIS
SACRAMENTUM
No hay comentarios.:
Publicar un comentario