Tomás H. Jerez

lunes, 5 de marzo de 2012

DEL S. IV AL MEDIEVO – ARQUITECTURA SACRA

La alianza de la iglesia con el poder secular y el creciente proselitismo plantean problemas cuantitativos y cualitativos, para cuya solución se pasó de la domus ecclesiae a la experimentación de salas tomadas de la basílica forense o de los ambientes representativos del palacio imperial. La inicial indiferencia frente a la fijeza del lugar y sus signos simbólicos se transforma, por parte de la autoridad eclesiástica, en una exaltada aspiración a erigir edificios como testimonio de la presencia de Cristo en la tierra, como señales de una pedagogía religiosa orientada a conquistar los nuevos pueblos con los que la cristiandad entra en contacto después de la caída del imperio romano.



Basado en concretas fórmulas constructivo-espaciales y rápidamente propagadas por todo el mundo cristiano, el modelo de la basílica paleocristiana se revela, por univocidad, enormemente productivo en términos de historia de la arquitectura. Las posibilidades de entender esta última como un gran instrumento pedagógico de servicio al pueblo para favorecer la adhesión a la fe comienzan a ser el fundamento más o menos explícito de toda la producción de la arquitectura religiosa posconstantiniana.
De E. Abruzzini
Nuevo Diccionario de Liturgia – Ediciones Paulinas

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