La celebración eucarística es la actualización del sacrificio
redentor de Cristo. En ella y a través de ella se hace presente y se aplica el
fruto de la pasión salvadora de Cristo en la cruz.
Es por ello que en cada misa la Iglesia entera, y cada
uno de los fieles, se une a Cristo para interceder por los hombres. La vida de
todos los cristianos, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se
unen a los de Cristo y adquieren así un valor nuevo. El sacrificio de Cristo
presente sobre el altar da a todas las generaciones de cristianos la
posibilidad de ofrecerse juntamente con Jesucristo.