La celebración eucarística es la actualización del sacrificio
redentor de Cristo. En ella y a través de ella se hace presente y se aplica el
fruto de la pasión salvadora de Cristo en la cruz.
Es por ello que en cada misa la Iglesia entera, y cada
uno de los fieles, se une a Cristo para interceder por los hombres. La vida de
todos los cristianos, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se
unen a los de Cristo y adquieren así un valor nuevo. El sacrificio de Cristo
presente sobre el altar da a todas las generaciones de cristianos la
posibilidad de ofrecerse juntamente con Jesucristo.
En la santa misa, la Iglesia, Cuerpo Mísitco de Cristo, intercede por sus pastores (el papa y los obispos), por los cristianos vivos y por los difuntos, pidiendo a Dios que aplique los méritos del sacrificio redentor de Jesucristo en favor de ellos.
En la santa misa, la Iglesia, Cuerpo Mísitco de Cristo, intercede por sus pastores (el papa y los obispos), por los cristianos vivos y por los difuntos, pidiendo a Dios que aplique los méritos del sacrificio redentor de Jesucristo en favor de ellos.
De aquí existe la tradición de que los cristianos,
implusados por su sentido religioso y eclesial, presenten sus intenciones al
sacerdote para que aplique por ellas el sacrificio eucarístico de Cristo. Estas
intenciones pueden tener por objeto los familiares difuntos, las almas del
purgatorio, los enfermos, la satisfacción de algunas necesidades particulares,
o la acción de gracias por algún beneficio recibido.
Para unirse más estrechamente al sacrificio de Cristo,
los fieles ofrecen juntamente con la intención una aportación económica
personal, fruto de su trabajo y sacrificio; a esta aportación se denomina
estipendio. De este modo contribuyen a las necesidades de la Iglesia y, sobre
todo, al sustento de sus ministros.
El sacrificio que Cristo realizó en la cruz fue único,
con valor infinito y eterno. Sin embargo, Él mismo quiso dejar a la Iglesia un
sacrificio visible que se perpetuara hasta el fin de los siglos y cuya virtud
se aplicara cada día. Por lo mismo, los fieles pueden presentar sus intenciones
en cuantas misas deseen. En cada diócesis el obispo establece una aportación
mínima requerida para la aplicación de la misa por una intención particular.
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