Cuando se comete un abuso en
la celebración de la sagrada Liturgia, verdaderamente se realiza una
falsificación de la liturgia católica. Ha escrito Santo Tomás: «incurre en el
vicio de falsedad quien de parte de la Iglesia ofrece el culto a Dios,
contrariamente a la forma establecida por la autoridad divina de la Iglesia y
su costumbre».
Para que se dé una solución a
este tipo de abusos, lo «que más urge es la formación bíblica y litúrgica del
pueblo de Dios, pastores y fieles», de modo que la fe y la disciplina de la
Iglesia, en lo que se refiere a la sagrada Liturgia, sean presentadas y
comprendidas rectamente. Sin embargo, donde los abusos persistan, debe
procederse en la tutela del patrimonio espiritual y de los derechos de la
Iglesia, conforme a las normas del derecho, recurriendo a todos los medios
legítimos.