Con la publicación de las tres nuevas
anáforas no se agota el camino de la reforma posconciliar a este respecto: a
nivel de debate y de textos hay que registrar ulteriores pasos.
La autorizada carta circular Eucharistiae
participationem, de 1973, tiene ciertamente una intención de carácter
disciplinar: después del atento estudio del fenómeno de la proliferación de las
plegarias eucarísticas, la sede Apostólica considera oportuno reservarse el
derecho de decidir en lo que se refiere a un capítulo tan importante de la
praxis litúrgica. En realidad, el documento añade a esta precisión, expresada
de un modo muy neto, la invitación a valorar los espacios ya consentidos para
un trabajo creativo, y manifiesta la propia disponibilidad a tomar en
consideración ocasionales peticiones formuladas por las conferencias
episcopales "para la eventual composición e introducción en el uso
litúrgico, en circunstancias particulares, de una nueva oración
eucarística..." (n. 6). No parecería, por tanto, ausente del texto la
preocupación de crear las condiciones para un ulterior paso de reforma,
prevista ya como probable.