Con la publicación de las tres nuevas
anáforas no se agota el camino de la reforma posconciliar a este respecto: a
nivel de debate y de textos hay que registrar ulteriores pasos.
La autorizada carta circular Eucharistiae
participationem, de 1973, tiene ciertamente una intención de carácter
disciplinar: después del atento estudio del fenómeno de la proliferación de las
plegarias eucarísticas, la sede Apostólica considera oportuno reservarse el
derecho de decidir en lo que se refiere a un capítulo tan importante de la
praxis litúrgica. En realidad, el documento añade a esta precisión, expresada
de un modo muy neto, la invitación a valorar los espacios ya consentidos para
un trabajo creativo, y manifiesta la propia disponibilidad a tomar en
consideración ocasionales peticiones formuladas por las conferencias
episcopales "para la eventual composición e introducción en el uso
litúrgico, en circunstancias particulares, de una nueva oración
eucarística..." (n. 6). No parecería, por tanto, ausente del texto la
preocupación de crear las condiciones para un ulterior paso de reforma,
prevista ya como probable.
Como confirmación de esto mismo está la
intervención del 1 de noviembre de 1974, en la que la Congregación para el
culto divino presenta los esquemas de plegarias eucarísticas en lengua
latina para la composición de tres anáforas para ser usadas en las misas con
niños, y de dos anáforas sobre el tema de la reconciliación para utilizarlas
con ocasión del año santo de 1975 y en otras circunstancias.
De este desarrollo posterior, con el que
se introducen de hecho en las iglesias particulares nuevas plegarias eucarísticas,
nos parece importante señalar sobre todo su significado global. Se ponen de
relieve dos criterios de fondo: la más estricta relación que debe existir entre
el texto de la anáfora y la especificidad de una asamblea reunida para la
eucaristía (éste es el caso de las plegarias eucarísticas para las misas con
niños); la oportunidad de la conexión
entre el texto de la anáfora y algunos
acontecimientos eclesiales especialmente significativos (el año santo, en este
caso) o, más en general, la posibilidad de introducir nuevos puntos de vista
para releer la historia de la salvación, de la que la eucaristía es memorial.
Respecto de la aportación realizada por cada uno de los textos, nos limitaremos
a algunos aspectos relevantes y sintéticos. Los textos para las misas con niños
confirman, por una parte, el esquema tradicional de plegaria eucarística; pero encuentra espacio en ellos —y con
frecuencia con formas creativas
y no carentes de interés— una atención más
marcada al problema celebrativo que haga posible una participación más
plena y activa de la asamblea; tampoco desde un punto de vista temático faltan
acentuaciones de un cierto interés, sobre todo por la importancia conferida al tema
de la acción de gracias y por las frecuentes y concretas referencias a Cristo y
al amor que lo ha conducido a la pascua. En las dos plegarias eucarísticas de
la reconciliación se confirman las opciones de estructura y de inspiración de
la reforma conciliar: se puede notar ahí, como algo positivo, la relevante
presencia de referencias a textos bíblicos y del Vat. II. Sin embargo,
es todavía más significativo el hecho de que el valor salvífico de la
eucaristía se reinterpreta en términos de reconciliación.
Ésta se revela como una categoría central
de la historia de la salvación y excelente clave hermenéutica de la obra y de
la persona de Cristo; en este sentido y por esta razón la reconciliación puede
ser asumida como referencia temática
capaz de inspirar también los textos de plegarias eucarísticas.
Un último capítulo de desarrollo, que
merece ser considerado, es el conjunto de plegarias eucarísticas que han
recibido autorización oficial para su uso litúrgico en situaciones y contextos
específicos. No importa aquí hacer un elenco completo de ellas ni iniciar un
comentario detallado; baste señalar que tal conjunto de plegarias eucarísticas
parecen una confirmación posterior de algunos criterios de reforma ya
aparecidos en precedencia, o, incluso, pueden entreverse otros nuevos. En
particular: algunos momentos significativos de la vida de las comunidades
eclesiales se convierten en ocasión para tematizar la eucaristía de un modo más
amplio y articulado, de tal modo que
se da espacio a contenidos percibidos hoy
como prioritarios y se favorece una más intensa participación: éste es el caso,
por ejemplo, de los textos para el sínodo de los católicos suizos, para el
convenio pastoral de la iglesia holandesa, para el congreso eucarístico de
Manaus, en Brasil. Se va abriendo también camino la exigencia de tener
plegarias eucarísticas mejor sintonizadas con el contexto cultural dentro del que
se sitúa la liturgia: es el caso, por ejemplo, de la iglesia australiana, que
prepara un "ensayo para expresar la eucaristía en las tradiciones culturales
y en los esquemas de pensamiento de los pueblos aborígenes de Australia".
De este modo la realización progresiva de la reforma va evidenciando desarrollos
interesantes.
F.
Brovell
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