Cristo está siempre presente en toda verdadera oración,
pero lo está sobre todo en la oración litúrgica de la iglesia, en la cual y con
la cual también él suplica y entona salmos (SC 7; OGLH 13).
Entonces es cuando se verifica por título supremo su función de orante sumo de
la comunidad universal.
Durante su vida terrena, Cristo fue sacerdote también
por su oración de alabanza a Dios y de súplica por los hombres. El continúa
ahora su tarea en el cielo (Heb 7,25; OGLH 4). Pero esta su forma orante
de sacerdocio encuentra el ejecicio más cualificado en la oración litúrgica de la
iglesia (SC 7), la cual es prolongación y actuación del sacerdocio único
del fundador (SC 83; OGLH 13).