El Vat. II había recomendado: "Puesto que el
tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la
palabra de Dios y a la oración, para que celebren el misterio pascual, sobre todo
mediante el recuerdo o la preparación del bautismo y mediante la penitencia,
dése particular relieve en la liturgia y en la catequesis litúrgica al doble carácter
de dicho tiempo. Por consiguiente: úsense con mayor abundancia los elementos
bautismales propios de la liturgia cuaresmal y, según las circunstancias,
restaúrense ciertos elementos de la tradición anterior" (SC 109).
Fiel a estas"directrices, la reforma ha vuelto a dar a la cuaresma ante
todo su orientación pascual-bautismal; ha fijado su tiempo desde el miércoles
de ceniza hasta la misa in coena Domini excluida; para conservar su
unidad interna, se ha reducido el tiempo de pasión: sólo el VI domingo, que da
comienzo a la semana santa, es llamado domingo de ramos, de passione Domini.
De este modo, la semana santa cierra la cuaresma y tiene como objeto la
veneración de la pasión de Cristo desde su entrada mesiánica en Jerusalén.
Además de la riqueza de los textos eucológicos, en la
actual
cuaresma tenemos también una abundante serie de textos
bíblicos. El leccionario dominical ofrece la posibilidad de una triple
alternativa: a) una cuaresma bautismal (ciclo A); b) una cuaresma
cristocéntrica (ciclo B); c) una cuaresma
penitencial (ciclo C). Los textos del AT presentan de
modo especial la historia de la salvación.
De A. Bergamini
Nuevo Diccionario de Liturgia – Ediciones Paulinas
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