En la fiesta del Pesaj ya en tiempo de Jesús se usaba un mantel blanco, muy probablemente porque es el color de lo sagrado y divino. En las comunidades cristianas los primeros testimonios los encontramos en el siglo II y III, que hablan del uso del mantel blanco en las celebraciones de la Cena del Señor.
La Igleisa necesita de santos, lo sabemos, y ella necesita también de artistas hábiles y capaces; los unos y los otros, santos y artistas, son testimonio del espíritu que vive en Cristo (Pablo VI Carta a los miembros de la Comisión Diocesana de Arte Sacra. 4 de junio de 1967).
Tomás H. Jerez
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domingo, 21 de agosto de 2011
LOS MANTELES
La mesa del altar, que nos trae a la memoria la de la Cena, pide que se le cubra con manteles blancos, los cuales han de ser tres, según prescriben las leyes litúrgicas, para que en caso de derramarse la Sangre del Cáliz pudiese ser recogida por los manteles sin llegar a la piedra o a la madera del altar; y las de encima deben llegar por los lados, hasta el suelo. Los manteles pueden ser adornados con puntillas, flecos, bordados, etc. El mantel superior debe alargarse por los lados, como hemos dicho antes, pero en cambio no es de ningún modo obligatorio que baje ni poco ni mucho por delante del altar; más bien es preferible, así litúrgica como artísticamente, que no caiga en absoluto por delante, pues de este modo no priva nunca de ver toda la parte delantera del altar; y con mayor razón todavía si la mesa de éste va sostenida por columnas.