El último 7 de noviembre el Papa Benedicto XVI, en su vista a la ciudad de Barcelona, consagró como Basílica menor la iglesia de la Sagrada Familia proyectada por el emblemático arquitecto catalán Antonio Gaudí. Detrás de este reconocimiento de parte de la Sede Apostólica a este edificio que se ha transformado en símbolo de la ciudad, hay dos valores que se podrían resaltar: el primer valor es que este edificio nos habla de la presencia de Dios en medio de la ciudad de los hombres; el segundo el ejemplo de vida de un hombre que se ha entregado plenamente a su vocación de artista y de cristiano comprometido con su fe.